Un
aprendiz en cualquier actividad muchas veces es visto con cierto desgano porque
suponemos que quien está aprendiendo, nunca va a llegar a crecer, pero en el
fondo le tenemos cierto temor, porque es quien tarde o temprano va a
desplazarnos.
Mientras
nuestro hijo no ha llegado a los tres años, la vida nos parece color de rosa ya
que podemos hacer de él casi lo que se nos antoja, lo vestimos como creemos que
debe estar vestido y él nunca protesta.
El día
llega en que cumple sus primeros tres años, nos comienza a preguntar asuntos
que nunca antes había cuestionado y muchas veces le contestamos con tonterías
porque pensamos que no tiene edad todavía para hacer ese tipo de preguntas.
Cuando
la vida le entrega dos años más, las preguntas cambian y entonces nos damos
cuenta que ya está creciendo, ahora nos damos cuenta que muestra algo que
conocemos como inteligencia.
Para
nosotros permanece pequeño, no importan las preguntas que nos hace, una vez más
tratamos de contestar parcialmente porque sigue siendo niño, ese niño con mucha
prudencia entiende que debe buscar las respuestas en otro lado.
Dos
años más y sus preguntas no cambian, solo que ahora su retórica ha cambiado,
ahora pregunta de manera firme y requiere respuestas firmes, ya no va a aceptar
respuestas a medias o respuestas que hacen hincapié en su edad para eludir esas
respuestas.
Un año
más y el cambio mental es ahora todavía más importante, comienza a comprender
un asunto que no sabe como funciona pero lo percibe, ese asunto es lo que
conocemos como conciencia que determina cuando y como hacer las cosas.
Pero
además se interesa en los asuntos menos comprensibles, es decir, los asuntos
internos o del subconsciente, ese mundo que ha estado dentro pero que muy pocos
explican con amplitud.
A
medida que avanza en edad las preguntas avanzan a la par y ahora se pregunta
porque algunas personas tienen más dinero que otras, no entiende porque existe
la miseria.
Ha
rebasado ya los veinte años y su percepción ahora es mucho más amplia, los
asuntos de la política le han estado martillando en su entender de las cosas de
la vida cotidiana y tal vez le llame la atención estudiarlas a conciencia o
quizás no.
Tal vez
pretenda incursionar en la educación humana para señalar lo que se tiene y lo
que hace falta para conseguir la felicidad de quienes conforman su comunidad y
hasta su país.
Sabe
también y conoce la forma de elegir a los agentes ejecutores de la voluntad del
pueblo y sabe también que se puede limitar las facultades que la ley les
permite.
Cuando
completa los primeros veinticinco años de vida le llama la atención lo que
ocurre en el mundo entero además de su entorno, volteando la vista a su país y
ver lo que en realidad sucede con los ciudadanos y con su familia.
Hasta
ahora la evolución de aquel niño que nos fue entregado desde el primer día
percibimos que todos y cada uno de los años que ha vivido le han entregado una
serie de conocimientos y nunca ha dejado de aprender algo.
Ha
percibido que a sus más de 25 años sigue aprendiendo y si mantiene esa actitud
de permanente aprendizaje, lo más seguro es que se le podrá calificar como un
verdadero aprendiz para el resto de su vida.
Alguien
sentenció: si te dan un hijo, has que hasta los diez años te tema, hasta los
veinte te respete y hasta la muerte te ame.
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