sábado, 17 de septiembre de 2011

El verdadero aprendiz

Un aprendiz en cualquier actividad muchas veces es visto con cierto desgano porque suponemos que quien está aprendiendo, nunca va a llegar a crecer, pero en el fondo le tenemos cierto temor, porque es quien tarde o temprano va a desplazarnos.

Mientras nuestro hijo no ha llegado a los tres años, la vida nos parece color de rosa ya que podemos hacer de él casi lo que se nos antoja, lo vestimos como creemos que debe estar vestido y él nunca protesta.

El día llega en que cumple sus primeros tres años, nos comienza a preguntar asuntos que nunca antes había cuestionado y muchas veces le contestamos con tonterías porque pensamos que no tiene edad todavía para hacer ese tipo de preguntas.

Cuando la vida le entrega dos años más, las preguntas cambian y entonces nos damos cuenta que ya está creciendo, ahora nos damos cuenta que muestra algo que conocemos como inteligencia.

Para nosotros permanece pequeño, no importan las preguntas que nos hace, una vez más tratamos de contestar parcialmente porque sigue siendo niño, ese niño con mucha prudencia entiende que debe buscar las respuestas en otro lado.

Dos años más y sus preguntas no cambian, solo que ahora su retórica ha cambiado, ahora pregunta de manera firme y requiere respuestas firmes, ya no va a aceptar respuestas a medias o respuestas que hacen hincapié en su edad para eludir esas respuestas.

Un año más y el cambio mental es ahora todavía más importante, comienza a comprender un asunto que no sabe como funciona pero lo percibe, ese asunto es lo que conocemos como conciencia que determina cuando y como hacer las cosas.

Pero además se interesa en los asuntos menos comprensibles, es decir, los asuntos internos o del subconsciente, ese mundo que ha estado dentro pero que muy pocos explican con amplitud.

A medida que avanza en edad las preguntas avanzan a la par y ahora se pregunta porque algunas personas tienen más dinero que otras, no entiende porque existe la miseria.

Ha rebasado ya los veinte años y su percepción ahora es mucho más amplia, los asuntos de la política le han estado martillando en su entender de las cosas de la vida cotidiana y tal vez le llame la atención estudiarlas a conciencia o quizás no.

Tal vez pretenda incursionar en la educación humana para señalar lo que se tiene y lo que hace falta para conseguir la felicidad de quienes conforman su comunidad y hasta su país.

Sabe también y conoce la forma de elegir a los agentes ejecutores de la voluntad del pueblo y sabe también que se puede limitar las facultades que la ley les permite.

Cuando completa los primeros veinticinco años de vida le llama la atención lo que ocurre en el mundo entero además de su entorno, volteando la vista a su país y ver lo que en realidad sucede con los ciudadanos y con su familia.

Hasta ahora la evolución de aquel niño que nos fue entregado desde el primer día percibimos que todos y cada uno de los años que ha vivido le han entregado una serie de conocimientos y nunca ha dejado de aprender algo.

Ha percibido que a sus más de 25 años sigue aprendiendo y si mantiene esa actitud de permanente aprendizaje, lo más seguro es que se le podrá calificar como un verdadero aprendiz para el resto de su vida.

Alguien sentenció: si te dan un hijo, has que hasta los diez años te tema, hasta los veinte te respete y hasta la muerte te ame.

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