Por: Julio Torres.
Nada es más libre que la imaginación del
ser humano; y aunque la imaginación no puede exceder la provisión original de
ideas suministradas por los sentidos externos e internos, tiene un poder
ilimitado para mezclar, combinar, separar y dividir esas ideas, en todas las
variedades de la ficción y la visión.
El pensamiento anterior es obra de un
filósofo que para mi gusto encontró una manera sencilla de describir a que se
refiere ese asunto que conocemos como imaginación, el autor: David Hume.
La imaginación es un tema verdaderamente
fascinante cuando se reflexiona en ello, no ha existido cosa alguna de la cual
haya dependido más la humanidad en su progreso, la facultad de la imaginación
puede ser desarrollada.
La mayoría de los seres humanos no usan
mucho su imaginación, por lo que se ven obligados a seguir a aquellos que
tienen una imaginación muy activa y se contentan con caminar por los senderos
explorados por ellos.
Todos podemos aprender a desarrollar la
imaginación a tal grado que nos ayude a ensanchar nuestro mundo y que nos
brinde canales de expresión personal que nunca antes experimentamos, lo que
puede significar no solo mayor felicidad, sino una vida más abundante.
Nos podemos dar cuenta que la sociedad
esta dispuesta a ofrecernos generosamente bienes mundanos en retribución por
nuestros logros por los frutos de nuestra imaginación, en el mundo mercantil
actual, ninguna mercancía tiene un precio más elevado que las ideas nuevas.
David Hume, hábilmente ofreció la opinión
sobre la diferencia que existe entre la lógica creativa de la imaginación y el
juego irracional de la mente conocido como fantasía.
La imaginación puede simular una serie de
acontecimientos con toda la apariencia de la realidad, atribuirles un tiempo y
un lugar determinados, concebirlos de manera que parezcan existentes y
describirlos con cada circunstancia perteneciente a algún hecho histórico en el
cual cree con enorme certidumbre.
Nos preguntaremos: ¿En donde está la
diferencia entre la ficción y la creencia? Entendemos que no reside solamente
en una idea peculiar que se añade a tal concepto como lo demanda nuestra
aprobación, la cual carece de toda ficción conocida.
La mente tiene autoridad sobre todas sus
ideas, puede anexar voluntariamente una idea particular a cualquier ficción,
por lo tanto, puede creer en lo que le plazca, aunque sea contrario a lo que
encontramos en la experiencia diaria.
Es como tratar de unir la cabeza de un
hombre al cuerpo de un caballo, desde luego que no podemos creer que tal animal
ha existido en realidad.
De todo lo anterior se desprende que la
diferencia entre la ficción y la creencia reside en algún sentimiento o emoción
que se une a la creencia y no a la ficción y que no depende de la voluntad y
tampoco puede ser impuesta a placer.
Queda entonces la evidencia del poder que
ejerce el ser humano en su libertad de imaginar y que es lo que lo hace
distinto al resto de las especies vivas, porque dicha libertad es la
explicación de las conquistas conseguidas en la historia de los tiempos en la
búsqueda de un a vida mejor cada día.
Para terminar quiero dejar unos puntos de
reflexión que utilizaré próximamente en el mismo tema, son axiomas antiguos que
indican en que consiste la perfección que es lo que finalmente buscamos en cada
una de nuestras ideas:
En el orden físico se requiere comprender
el sueño de la belleza. En el orden moral debemos comprender el sueño del amor.
En el orden intelectual comprenderemos el sueño de la poesía. En el orden
espiritual comprenderemos el sueño de los místicos.
Estos cuatro órdenes forman
fundamentalmente un solo orden y los cuatro constituyen una sola realidad en el
mundo de la libertad de imaginar.