Mucho se ha escrito
y hablado sobre los secretos que guarda toda asociación humana, llámese
cofradía, religión, sindicato, orden, ideología y hasta masonería, pero la
realidad es que cada una de ellas siempre guarda una serie de asuntos o
vivencias que solo se pueden develar mediante esa vivencia, se obtiene desde el
momento en que se tiene acceso a cualquiera de las disciplinas mencionadas, no
sabemos en realidad como se “ordena” un sacerdote de cualquier religión, de tal
suerte que todo lo que se comenta siempre quedará en el terreno de la
especulación.
Con la masonería
ocurre lo mismo, en realidad nadie conoce a ciencia cierta a lo que se refiere
el llamado “secreto amazónico” porque el acceso a una logia no se abre de manera
simple, salvo contadas excepciones por diferentes motivos, pero al final de cuentas
a lo que se refiere el famoso “secreto” resulta un tanto difícil de divulgar
porque no existe una definición específica, pues solo con la vivencia es que se
podría hacer una reseña que lamentablemente siempre quedará inconclusa debido a
que se trata de esa vivencia de la que hablo.
Puede resultar
igualmente complicado describir el aroma de una rosa, o la emoción del primer
beso con el sexo contrario o diferente, también ocurre con la primera
experiencia amorosa o sexual, en fin, puedo enumerar miles de ejemplos y aun
así nunca podré describir lo que yo sentí en cada una de mis experiencias,
algunas veces en este mismo espacio he tratado de describir la emoción del
primer beso recibido por una encantadora niña a mis 10 años de edad y quizás
los mismos de ella, a la fecha, percibo ese estremecimiento maravilloso que me
parece que ocurrió ayer.
Cierto es que ni
siquiera puedo narrar lo sentido cuando me bautizaron, tal vez cuando me
“confirmaron” lo que recuerdo es que me vistieron con prendas adecuadas y la
iglesia con muchos asistentes,
pero solo eso y el resto de los compromisos
quiero pensar que se desarrollaron de la misma manera, y cuando ingresé a la
masonería percibí emociones parecidas, pero tampoco las puedo describir
puntualmente, inclusive cuando he tratado de hacer una descripción me resulta
muy difícil recordar detalles que deseo contar y sin embargo no los puedo
imaginar fielmente.
Después de tantos
años de asistir a las reuniones con mis hermanos, siempre comprendo algunas
cosas que en su momento no puede hacerlo y agradezco a los nuevos ingresos que
cada día me ofrecen una
comprensión más amplia de lo que viví en su momento
hace ya muchos años, de manera que he llegado a la conclusión de no tratar de
explicar mis vivencias porque considero que carece de valor, pues cada nuevo
miembro de la orden contesta a muchas de las dudas que a la fecha me agobian.
Así que los grandes
secretos siempre estarán guardados en nuestra mente o en el “disco duro” que
nos entregaron al nacer, cuantas cosas hemos guardado y ni siquiera nos
atrevemos a comentar con personas de nuestra entera confianza, por lo que
conceptúo ese es el verdadero secreto, nadie más que nosotros mismos sabemos
exactamente lo que guardamos celosamente en nuestros recuerdos, eso es a lo que
se refiere el secreto amazónico, no puedo revelar mi secreto porque pareciera
que en mi “disco duro” existe un “candado” impidiendo la divulgación de aquello
que solo es de mi propiedad y cada uno de nosotros posee “su propiedad”
Quiero cerrar este
tema con el siguiente mensaje: En infinidad de librerías existen libros que no
solo de masonería hablan, ocurre lo mismo con todas las religiones y todas las
corrientes de pensamiento, el secreto verdadero se encuentra más cerca de lo que
imagina, solo recuerde que usted es parte del creador de todo y no conocemos,
mucho trabajan autores en dar forma a ese creador de todo el universo, esa es
la razón de que todos los pensamientos desembocan en un mismo punto, el gran
secreto es: El creador del universo.
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