La
seguridad es la llave mágica del progreso, de la felicidad, de la riqueza, de
la ventura, de la convivencia humana, de la confianza en los seres humanos, del
goce de las bellas artes, del goce de los espectáculos, también significa
disfrutar de un buen fin de semana, la reunión familiar, el noviazgo, en fin,
la seguridad promueve la prosperidad, la bonanza y todo aquello que usted
imagine, pero la inseguridad nos arrebata lo anotado y mucho más y nos
transforma, es como esos días brillantes que inesperadamente transmutan al
día más gris de nuestra existencia.
La
falta de seguridad produce también los fenómenos sociales, a veces
indescriptibles, donde vemos niños que en lugar de jugar, desarrollan
actividades de adultos y muchas veces hasta denigrantes, resulta imposible
proteger a esos niños porque el solo hecho de intentarlo puede significar la
pérdida de nuestros bienes o de nuestras persona y entonces corremos el riesgo
de convertirnos en parte de la estadística de lo que tratamos de proteger, los
bienes entonces han de transformarse en los males que permaneciendo ajenos al
dolor humano a la vez nos protegemos.
Los
niveles extremos de la falta de seguridad se presenta otras veces con el robo
de la niñez de muchos seres que ni siquiera son capaces de razonar lo que es
bueno y lo que es malo, de tal manera que, obligarlos a portar una arma que a
todas luces
vemos
que es exclusiva de las fuerzas armadas nos coloca en la peor de las
inconsciencias y todo porque no somos capaces de proporcionarnos una verdadera
seguridad, como principal oficio de quienes gobiernan pues nada justifica que
incumplan con la base fundamental de su razón de ser gobernantes, puesto que un
pueblo seguro es un pueblo que produce lo necesario en función de las
necesidades sociales, el secreto es quizás hacer leyes que permitan a cada uno
dedicarse a lo que sabe hacer sin olvidar a los niños que representan el futuro
inmediato.
La
mirada triste durante la falta de seguridad simplemente desaparece cuando
logramos que los niños rían, mostrando la alegría a que tienen derecho, es
fácil lograr esa sonrisa si ocupamos nuestro tiempo a favor de la seguridad
social, tal pareciera que no somos capaces de fortalecer nuestra sociedad con
eventos tan simples como son la convivencia social que nuestros padres
desarrollaron ante la carencia de tecnología sofisticada, esa tecnología que
cada vez convierte la vida en un evento virtual y cuando pedimos convivencia
resulta que son muy pocos los
niños
y jóvenes capaces de intercambiar experiencias cotidianas a menos que se toquen
temas de tecnología actual, no imagino como serán los tiempos por venir porque
estoy más cerca del final de mi vida, sin embargo, creo que volviendo a la
llave mágica de la seguridad, el futuro será maravilloso.
La
seguridad como llave del progreso, la seguridad como actividad fundamental de
quien ejerce el poder ejecutivo y que cada ciudadano se dedique a lo que sabe
hacer, que se dedique a la profesión aprendida,
que
quien sabe de la producción de alimentos sepa que su patrimonio está
perfectamente protegido junto con su familia, lo que redunda en alta calidad en
los productos del campo pues sin ellos la sociedad sucumbe, que quien sabe
fabricar muebles dedique todo su tiempo y esfuerzo a perfeccionar de sus
productos, lo mismo quien tenga la habilidad del comercio junto con los
especialistas en cada materia, pero punto fundamental es que el poder ejecutivo
en cada nivel sea capaz de proteger sus propiedades e instrumentos de
producción así como a su
familia,
que los niños puedan salir a la calle con seguridad, que los sitios de
diversión admitan a cualquier ciudadano con la premisa de que sus bienes y
personas reciben la protección adecuada y que todos, absolutamente todos los
encargados de la seguridad rindan cuentas a satisfacción de quienes los
eligieron, que nada empañe su proceder y entonces, solo entonces, la llave de
la seguridad se convertirá en efecto en la llave mágica de la vida en sociedad.
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