viernes, 25 de abril de 2014

Hasta que la muerte nos separe

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Hasta que la muerte nos separe

Muchos son los discursos que se emiten ante la relación matrimonial, a menudo se ha dicho que el éxito en el matrimonio de debe a la armonía en todos los niveles de la existencia humana, es decir, en el físico, el mental y el espiritual, sin embargo, en contra de lo que muchos dicen, la felicidad marital no se basa en la atracción de los opuestos, más bien, en la combinación de los atributos complementarios de cada uno de los cónyuges, en otras palabras, marido y mujer deben tener un punto de vista similar, una meta en común y cada uno debe contribuir con sus esfuerzos en una forma complementaria.

Cuando el esposo y la esposa tienen puntos de vista incompatibles o persiguen metas opuestas, se presenta la discordancia, la amargura, la aspereza y el odio toma el lugar del amor y la dulzura, todo comienza cuando de manera errónea se afirma que los matrimonios exitosos “se hace en el cielo” o secreta e inconscientemente, están de acuerdo con el concepto de “los compañeros del alma”, de manera que, sin tomar en cuenta la etiqueta que se le imponga, se declara que si el matrimonio es “bueno”, entonces, “todo saldrá bien”.

Prevalece entonces el punto de vista de que los matrimonios “simplemente suceden”; que estos matrimonios no requieren ningún esfuerzo de parte de las personas involucradas y claro, con semejante enfoque del matrimonio, no sorprenderá que tan pronto surge un problema, se asuma automáticamente que debe existir algo malo, la realidad es que un matrimonio en crisis debe ser considerado, en primer lugar, como un matrimonio equivocado, recordemos que nada sucede sin que exista una causa.

Una esposa puede haber llegado al matrimonio con la esperanza secreta de que después de un tiempo “razonable” ella y su esposo habrían logrado alguna meta específica, o como ocurre muchas veces, a medida que el matrimonio progresa, las esperanzas de uno, del otro o de ambos compañeros, se tornan diferentes de lo que originalmente se pensó o de lo que se había acordado, en cualquier caso, la simple verdad es que la frustración absoluta de no ver realizadas las esperanzas, es lo que rompe la comunicación y, eventualmente, rompe la felicidad.

La experiencia ha demostrado que los matrimonios infelices pueden enmendarse, simplemente introduciendo “buena voluntad” dentro del vínculo, pero esa buena voluntad debe ser aportada por ambos, el esposo y la esposa, y frecuentemente se manifiesta como “paciencia”, “franqueza” y un profundo compromiso a contribuir a la felicidad y al bienestar mutuo, en resumen, esposo y esposa se dedican al “ideal” de lo que es un matrimonio feliz y se preparan a trabajar juntos en la búsqueda de ese fin.

Existen situaciones en las que uno de los cónyuges no está dispuesto a invertir la clase de energía que se necesita en la solución de los conflictos y desacuerdos que invariablemente surgen dentro del matrimonio, no se percata que la infelicidad ya sea dentro o fuera del matrimonio, es una señal de intolerancia, pues, la falta de armonía se considera un reto, una oportunidad, como oportunidad de conocer mejor “el ser” a través de una comprensión apropiada de las causas de su dolor y sufrimiento y no piensa que a pesar de todo, si el sufrimiento llega a ser insoportable, entonces puede ser más prudente disolver el matrimonio.

Sin embargo, la simple disolución del matrimonio no equivale a resolver las causas del problema que condujo a la destrucción del vínculo, una y otra vez las personas divorciadas acaban casándose con otras de carácter similar al del primer cónyuge y enfrentándose con los mismos problemas que condujeron al divorcio anterior, claro que es bueno hacer un análisis final, la intolerancia es con regularidad un reflejo de la falta de armonía que existe dentro de nosotros mismos.


Si actualmente está experimentando incompatibilidad en su matrimonio, le recomiendo visualice una solución imparcial del problema, es muy positivo visualizar que ambos, usted y su cónyuge, están felices y contentos juntos, repita su visualización tantas veces como lo considere necesario y trate de estar receptivo a las impresiones e impulsos de su ser interno como el maestro que todos llevamos

internamente, y esas impresiones e impulsos le señalarán el camino en cuanto a lo que debe hacer en la obtención de ese estado de felicidad y bienestar que usted desea, y por qué no, hasta que la muerte los separe.

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