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martes, 18 de diciembre de 2012

Amaos los unos a los otros

filosofía,arte,ciencia,cultura

Por: Julio Torres.
¿Qué es lo que vine a hacer en esta vida? Pareciera que esta es la pregunta más importante que nos hacemos y por sistema encontramos un camino oscuro que nos impide descubrir la respuesta buscada, pero: Qué hacer entonces ¿Pasará la vida y nunca voy a encontrar la respuesta? Vale la pena entonces que hablemos este tema y ver si encontramos algo convincente.
Si alguien se ve obligado contra su voluntad a hacer daño a otro, tal vez en primera instancia lo lamenta poco o mucho, es una situación pasajera de poca trascendencia, pero si se trata de un soldado que adquiere la obligación de matar al enemigo en defensa de la patria, hablamos entonces de vida o muerte obligada por su trabajo o profesión y sin embargo, sigue siendo un asunto de vida o muerte que significa daño a un semejante.
En los países con cárceles donde se ejecutan a los condenados a muerte, donde puede ocurrir que el sentenciado, sea inocente inclusive y el verdugo tiene que cumplir su trabajo quitando la vida, lo cual significa también hacer daño a otro y de estos ejemplos se desprenderán más y muy variados y parece entonces que el asunto de vida y muerte resulta de acuerdo al “cristal con que se mire”
La consigna es: “Amaos los unos a los otros” pero entonces, Por qué ocurren tantas violaciones a este gran principio que se estableció hace ya muchos años y que tanto daño ha causado a la humanidad que pareciera intentar destruirse los unos a los otros por diversos motivos y que solo empañan el maravilloso principio de amarse los unos a los otros.
¿Cuál es entonces la causa por la que unos nacen con el encargo de destruir y otros con el destino de ser destruidos? ¿Existe entonces alguna regla natural que esto determina y a la fecha no lo hemos razonado? De ninguna manera me gustaría ser de los que destruyen vidas, me parece que la vida simplemente es un milagro, solo necesito imaginar que por medio de un cuerpo diminuto entre millones iguales, resulté elegido y con ello poder dialogar con usted en este momento y ni siquiera se en verdad como fue que fui elegido.
Tal vez por este milagro de la vida es que todas las filosofías o por lo menos las que he escuchado descalifican el evento del suicidio, sin que toquemos por el momento el del aborto y el de la sentencia de muerte, imaginar que desde el momento en que fui concebido por medio del amor de mis padres, alguien se encargó de mi durante el tiempo de gestación hasta concluir la forma que me fue otorgada y luego permitir que mi personalidad se introdujera dentro de este cuerpo con el que manifiesto todas mis inquietudes, simplemente me parece un milagro.
A lo largo de los años vividos, que no son pocos, me he enfrentado a toda clase de controversias, pero también a una buena cantidad de satisfacciones y eventos maravillosos, de tal suerte que si he dañado a alguien, puedo afirmar que nunca ha sido con dolo o mala fe, simplemente he hecho daño por accidente o inconscientemente, inclusive, cuando hubo oportunidad de seguir la carrera de las armas y prácticamente me negué, paralelamente estuve a punto de seguir la carrera religiosa, pero me sentí incapaz de llegar a buen fin en esa profesión.
Tal vez me quedé en un punto intermedio poco favorable, sin embargo estoy satisfecho con lo que he enfrentado y he podido absorber lo bueno y lo malo, pero he procurado acumular un baúl de buenos recuerdos que me permiten afirmar que nada guardo en contra de alguien y que si alguien me hizo daño, tampoco lo recuerdo, estoy consciente de que vine a este mundo a ayudar en la medida de mis posibilidades y no necesariamente con bienes o dinero, pero mucha gente se acerca en busca de una opinión y con gusto contesto lo que creo adecuado.
Quiero cerrar esta opinión con algo que leí hace algunos años y el autor de ese pensamiento afirmó que: “Todos los seres humanos somos propietarios del conocimiento que nuestros antepasados descubrieron y que somos propietarios legítimos de dichos conocimientos que se encuentran flotando en el aire que respiramos, solo necesitamos alargar la mano, tomarlos y hacerlos nuestros, mejorarlos y entregarlos de igual manera a quienes ocupen nuestro lugar cuando sea tiempo de partir”