Por: Julio Torres
Entendemos que el supremo artífice, nos hizo sensibles para que el dolor físico nos forzara instintivamente a huir de las causas destructoras, y nos orienta en el mundo material que desconocemos.
Para tal proyecto nos dio la conciencia, o el sentido íntimo de lo justo y de lo injusto, para que el remordimiento o el dolor moral, nos impidan reincidir en hechos reprensibles, y nos oriente en el mundo racional.
El mal que hacemos nos es avisado por intuición, mucho antes de que se desarrolle la inteligencia, y nos de razón de nuestros actos.
El maestro interno que es muestra conciencia, es quien nos excita mas y mas al estudio, revelándonos la misión sagrada de aprender, para enseñar a los menos favorecidos.
El turno es ahora para la antorcha de la virtud, que enaltece a la naturaleza humana, al combatir por medio de una idea, la lucha contra la fuerza.
Porque, la fuerza es el alma de la materia, y la idea es el alma de la fuerza, y queda al fin siempre vencedora, por lo que se hace necesario dominar las pasiones, y enseñar con el ejemplo, a sacrificar el interés privado al bien general.
Se enciende entonces la antorcha de la sabiduría, la que ha de iluminar la inteligencia, para descubrir no solo la verdad, sino el método de enseñarla y destruir el error.
El fulgor divino de la condición del error, nunca es absoluto, es la causa de que la verdad haya costado y cueste tantos esfuerzos, y de que haya hecho tantos mártires.
El error ha creado intereses, satisfecho ambiciones, reducido el orgullo y explotado la credulidad, la razón es la lucha contra los instintos y los sentimientos materiales, se ha inmolado en el altar del egoísmo.
“Dadme el modo de salvar a tu pueblo” dijo Salomón, al omnipotente, y le concedió el don de la sabiduría, encontró entonces que la verdad nos es común, y que solo discutimos con fantasmas, y desde entonces cifró su gloria en desvanecerlos.
Salomón creó una estructura de jueces, para que su pueblo recobrara la dignidad perdida, y creó colegios para sacar de la ignorancia a los ciudadanos, convencido de que la educación es la que salva a las naciones.
La antorcha de la sabiduría logra despertar la conciencia de la dignidad del hombre y de esa forma logra entender el error que le extravía.
Es fundamental entonces que se destruya el sofisma que le engaña, para mostrar los sentimientos generosos que germinan hasta en el corazón de los tiranos.
Debe probar a los especuladores que todo bien personal es transitorio, si no lo sostiene el beneficio común estudiando todo lo referente a este asunto.
Obligatorio es entonces, estudiar las causas que hacen retroceder o avanzar la civilización para apresurar la hora de constituir la gran familia humana.
La siguiente antorcha a encender, es nada menos que la del entusiasmo, que el amor a la verdad alimenta nuestros corazones, pero, eso lo trataremos en futuro reporte.