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viernes, 11 de noviembre de 2011

Las arcas vacías

Cuando las arcas de un gobierno se encuentran vacías, esto se convierte en un caos que generalmente provoca la explosión social, que de ninguna manera es lo recomendable, el compromiso del gobernante es evitar a toda costa una situación de peligro.

Muy importante es que se comprenda que el gobernante, por lo menos en los tiempos actuales, no está sustentado en una sola persona como antaño en que el Rey lo decidía todo.

Hoy, es el congreso el que se encarga de hacer las leyes, el ejecutivo es el responsable de que se hagan efectivas y el judicial verá que se cumplan adecuadamente conforme a derecho.

La masonería, desde tiempos remotos ha indicado la manera de hacer frente a estos asuntos, que no se puede negar que se trata del bienestar de la sociedad en una democracia.

Justo es que los que representan al pueblo en sus congresos, consagren su persona a la felicidad de los demás, todos ellos tienen que ver con la manera de hacer leyes que en verdad sirvan a sus representados y no a intereses propios o de partido político.

Precisamente una de sus encomiendas más importantes es hacer leyes que impidan el vacío de las arcas, lo cual se logra con un debate adecuado en el que prevalezca el interés general.

Tener en cuenta a los que están sirviendo en países extranjeros, los que se ocupan de hacer cumplir las leyes en su patria, los que trabajan, los que producen riqueza, en fin, todo en favor de la seguridad y beneficio de todos.

¿De donde saldrán los gastos de salubridad pública, del ejército y la armada, las cárceles y penitenciarías, de los caminos y puentes, muelles y establecimientos indispensables con el fin de generalizar la educación moral e intelectual, que genere progreso?

De todo lo anterior se desprende la necesidad de que toda persona se entere o conozca la forma de funcionar de todo gobierno, y de cómo se evita que las arcas se queden vacías.

Todo funciona cuando cada uno hace lo que debe hacer y lo hace con la seriedad que cada caso requiere, quien hace las leyes, que estas sean fáciles de aplicar y hacerlas efectivas.

Quien ejecuta esas leyes, que las aplique en tiempo y forma, de tal suerte que su efectividad no se vea disminuida o fuera de lugar, que dañe al ciudadano sin necesidad.

El arbitro que vigilará que dichas leyes se cumplan al pie de la letra, es el poder judicial, y si alguna de esas leyes no es aplicable con el espíritu en que fue diseñada, habrá de regresarla al congreso y que aplique  la corrección necesaria.

La masonería desde siempre se ha preocupado en difundir entre sus agremiados todos estos asuntos de manera discreta, con el fin de que cada masón asimile en primer término la bondad de cada ley, y su análisis, que será turnado al organismo adecuado.

La masonería se convierte entonces en consejera natural de toda organización gubernamental, lo cual no quiere decir que ostente el poder de hacer efectivas las conclusiones de sus debates en logia.

Es a las personas que representan a los ciudadanos a quienes corresponde difundir el espíritu real y efectivo de cada ley y su aplicación, así como la vigilancia de que todos, absolutamente todos, demos cumplimiento a lo que escrito está.

Esto es solo una pequeña parte del trabajo que el masón desarrolla en su trabajo en bien propio y de la humanidad en general, principalmente esperando que las arcas nunca se queden vacías.