Por: Julio Torres.
Hemos hablado en los últimos reportes de
los ingredientes fundamentales en la búsqueda de la felicidad y lo curioso es
que siempre que se habla de esos ingredientes, la filosofía popular y los
medios de comunicación se encargan de desvirtuar el verdadero concepto de lo
que se trata.
Cuando las conciencias resultan
agredidas, las almas suelen divagar y el resultado es un caos que se antoja
imposible de controlar, tal parece que no se puede conseguir el orden necesario
de las cosas que nos permitan regresar a la tranquilidad deseada o simplemente
necesaria.
El orden y el caos parecieran antagónicos
que nunca pueden conciliar y con ello evitar proporcionarnos la felicidad
necesaria o a la que tenemos derecho, el orden solo se consigue cuando permitimos que la conciencia
desarrolle su trabajo adecuadamente, sin influencias externas que pueden
resultar nocivas.
La conciencia es una voz interna que nos
indica lo que debemos hacer y la manera de ejecutarlo, pero existe otra voz que
consigue el complemento, es decir, que lo que hoy realizo va a contener mi
manera de hacerlo de forma muy personal, resulta evidente que una misma cosa
hecha y realizada por mi no va a ser igual a la forma como usted lo puede
hacer.
Entra en juego aquello que conocemos como
la personalidad, en efecto, esa personalidad es distinta en cada uno de
nosotros, esto quiere decir que al realizar una misma cosa, usted y yo lo
haremos de manera distinta, cada uno lo realizará con el sello personal.
Lo anterior es muy parecido a la sopa de
fideo cocinada por mamá, nunca será igual a la que hace mi esposa, y la razón
es sencilla, aunque ambas sopas contengan los mismos ingredientes, es un hecho
que el sabor va a ser distinto, el amor con que cada una de ellas desarrolla el
arte culinario es eminentemente personal, como un sello distintivo de su alma.
La razón se puede deducir de manera muy
sencilla, a la hora de que cada personaje cocine la sopa de fideo por alguna
razón la emoción impresa en el momento de cocinar es lo que va a marcar la
diferencia, pareciera que el paquete emocional que cada quien le pueda
impregnar en el momento de cocinar será definitivo.
Esa es la causa por la que he titulado
este reporte como la receta secreta, cada uno de nosotros, posee un sello
personal y cuando ambos ingredientes se mezclan adecuadamente no es solo el
triunfo lo que se consigue, a partir de este momento conocemos el resultado de
esta fusión, que recibe el nombre de lealtad.
Lealtad a nuestra familia, lealtad a
nuestra pareja, lealtad a nuestros hijos, a nuestros padres, maestros, amigos,
familia, comunidad, o país, la lealtad fortalece nuestra vida, en la lealtad se
encuentra el verdadero valor como persona o como ser humano, sin lealtad nada
tiene sentido, quedamos a merced de los hipócritas, de los ambiciosos y lo que
es peor, de los ignorantes.
La lealtad es una magnífica forma de
expresar la piedra fundamental de los valores que poseemos como seres humanos y
no me refiero solo al concepto de lealtad patriótica, es la lealtad a todo
aquello que realizamos durante nuestra vida, lo importante o lo menos
importante dentro de la escala de valores.
Si observamos con la claridad de un lente
extremadamente potente podemos deducir que cada momento de vida, cada decisión,
tiene un gran valor y ese valor solo es cuantificable cuando mezclamos
exitosamente los ingredientes mencionados: Conciencia y alma.
Ahora, después de mezclar: Conciencia y
alma para conseguir lealtad, prácticamente estamos listos para juzgarnos a
nosotros mismos y cuando somos capaces de juzgarnos, es que ya estamos listos a
enfrentar cualquier problema por difícil que este sea, pero eso lo discutiremos
en un futuro próximo.