Intendente suele ser
el titulo que recibe el profesional del poder ejecutivo de un municipio en
Argentina, en las posesiones del imperio español en América debido al buen
desempeño que tuvo el sistema en España se aplicó a partir del siglo XVIII con
el objetivo de mejorar los ingresos de la hacienda real y la defensa de los
territorios, Intendente es un termino que se sigue utilizando en pleno siglo
XXI, aunque se le etiquete de distintas formas, pero la función que creo debe
prevalecer, con el espíritu inicial: Generador de Riqueza.
Generar riqueza es
el objetivo principal de toda empresa, autores vienen y van, tratando de
encontrar la piedra filosofal que mágicamente resuelva la mecánica que genere
esa riqueza, como pedrusco angular de poder, pero de tanto que se ha escrito,
me temo ha resultado muy complicado comprender la realidad de la “necesidad” y
no del “deseo” de triunfo, bastan dos elementos, que todo buen intendente debe
aplicar en la generación de riqueza: “Propiedad y trabajo”.
Así de sencillo, eso
es todo lo que se exige en la generación de riqueza, propiedad y trabajo, si,
propiedad y trabajo es suficiente, propiedad y trabajo manejado ingeniosamente,
sin embargo, un amigo me dice: Es que yo no tengo propiedades, jamás obtendré
la riqueza necesaria que me permita dar a mi familia lo necesario ni, lo mínimo
necesario, ese comentario provoca una especie de tiempo de reflexión hasta que
rompo el silencio: ¿No te das cuenta que lo que tienes “guardado” en tu cerebro
es tu propiedad? Somételo y veras que pronto se convertirá en tu fuente de
riqueza.
Desde luego, muchas
veces no conocemos el valor que guarda nuestro cerebro, o dicho coloquial,
desconocemos lo que contiene el “disco duro personal” que a lo largo de nuestra
vida, acumula una serie de datos importantes que desdeñamos por el ritmo de vida
que cargamos, la tecnología nos rebasa con el cúmulo de información,
engendrando una disgregación social, tal vez peor que la que causa una guerra,
resulta perturbador ver que en una reunión social, cada asistente se mantiene
en su mundo especial, manipulando el teléfono moderno.
Un buen consejo
sería tratar de encontrar la manera de reunirnos en familia nuevamente,
utilizar la tecnología en conjunto y buscar acuerdos o mecanismos de actividad
empresarial, utilizar la propiedad que contiene cada uno de nuestros “discos
duros”, hacer una mezcla de las experiencias acumuladas y con ello dar forma
quizá a una empresa familiar que genere los ingresos necesarios, o simplemente
encontrar la manera de administrar los recursos de carácter inteligente,
acumulados en grupo por el bien familiar.
Puede resultar
efectivo también, la cualidad de generar riqueza que fue descubierta hace ya
algunos milenios, cuando se estableció la regla de separar el diez por ciento
de los ingresos del producto del trabajo y colocarlos bajo resguardo de acuerdo
a los tiempos, evitar tocar ese dinero por lo menos durante un año, o dos o
tres, de acuerdo al proyecto de necesidad y no aplicarlo a un proyecto de un
simple deseo que indudablemente se derrocharía ese ahorro.
Otra regla dice que
una buena decisión es elaborar proyectos cimentados en las necesidades
sociales, es decir, descubrir lo que la sociedad necesita, mediante ese
estudio, diseñar la empresa idónea que proporcionará el servicio necesario, ya
sea de compra venta, simple comercio, producción, transformación o prestador de
servicio en actividades múltiples, entonces, comprenderemos que la “propiedad”
en verdad la tenemos, el tiempo de vida ha sido la inversión, acumulando
sabiduría que al combinarla con el trabajo, la riqueza tocará a la puerta con
golpes tan fuertes que difícil será no escuchar cada llamado de la riqueza.
Propiedad y trabajo
ha sido la formula mágica del ser humano en todos los tiempos, en todos los
rincones del planeta, en todos los pueblos, grandes y pequeños y cuando se han
entregado al trabajo lícito en todos los ámbitos, la sociedad en general ha encontrado
la felicidad, es por eso que prefiero describir al intendente como el jefe
máximo de la fábrica, que dirige los trabajos y produce la riqueza, evitando
así que la sociedad se corrompa.