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viernes, 11 de octubre de 2013

Libre y de buenas costumbres

Condición fundamental en quienes solicitan ingresar a la masonería, “libre y de buenas costumbres”. La razón de esta exigencia se debe a que de otra forma va a ser muy difícil que el aspirante comprenda desde el pórtico, lo que la masonería pretende mostrar, se traduce también como una libertad necesaria de pensamiento, hace muchos años que nuestra constitución política abolió la esclavitud, de tal manera que el concepto: “Libre y de buenas costumbres” se refiere al comportamiento habitual de quien toca el umbral de la masonería.
El venezolano: Manuel Antonio Carreño Muñoz, por el año 1853, nos entregó un manual de urbanidad y buenas maneras. Fundamentando normas que se encuentran en las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido de un breve tratado sobre los deberes morales y las buenas costumbres, tal vez podemos describir su texto como un compendio de formas, elementos y reglas sobre los buenos modales útiles en las relaciones sociales o simplemente como un contexto social.
Don Manuel Antonio Carreño pudo haber conocido entonces lo que la masonería solicitaba de los aspirantes: “Libre y de buenas costumbres”, porque solo con buenas costumbres, el acceso a las normas del masón resulta un camino sencillo en el recorrido de los niveles que se deben cursar, es como si los asuntos considerados buenos y malos estuvieran al acecho, la inquietud por los problemas cotidianos obstruye nuestra vista y sin sentir caminamos entre lo blanco y lo negro, con los símbolos que ello trata de expresar, con la ayuda del “Carreño” y la masonería observamos los lineamientos sociales y enfrentamos cualquier obstáculo.
Con libertad y buenas costumbres es fácil respetar las leyes de la nación y más fácil acatar las leyes sociales y hasta las leyes no escritas, la frase: “El respeto al derecho ajeno es la paz” sigue y seguirá vigente por mucho tiempo, como sinónimo de “las buenas costumbres” que nacen en el seno familiar, de tal suerte que una buena costumbre será custodiar a la familia, célula del tejido social, el hijo debe respetar al padre y él a la sociedad y ella a la autoridad encargada de las leyes y de esa forma en sentido opuesto se cumple el ciclo necesario de: “Libertad y buenas costumbres”.
Muchas veces he declarado que el masón está por encima de lo bueno y lo malo, personificado tal vez por el caminar sobre zonas blancas y negras como si fuera un tablero de ajedrez, sin afán de colocar al masón como un ser superior, simplemente que su libertad le permite descifrar los momentos buenos y los momentos malos, empleando la sensatez adecuada en cada situación, de manera que siempre asumirá galantería con la respuesta apropiada o raciocinio puntual frente a un conflicto social en cualquier nivel.
No es casualidad que la estructura social de los países este cimentada en principios masónicos, si revisamos la historia de la humanidad vamos a encontrar multitud de percepciones que muestran un soporte basado en la libertad y las buenas costumbres, inclusive la filosofía del “municipio libre” contiene esa característica, se hace necesario que quien gobierne un municipio, sea vecino del municipio ya que en el vecindario se encuentran sus intereses de propiedad y trabajo así como los intereses familiares, es obligatorio entonces que la seguridad de los bienes y personas sea responsabilidad de un vecino, ocasionando que nadie resulte perjudicado ya que solo el vecino caminará por lo bueno y lo malo sin perjudicar a cualquiera ni dañarse a sí mismo.
“Libertad y buenas costumbres” contiene muchas aristas, pero solo una filosofía, la búsqueda del bien común, como divisa del masón, logrando el compromiso de hacer bien a todos mediante el caminar entre lo bueno y lo malo con paso firme, consciente del compromiso adquirido libremente cuando llamó a las puertas de la orden, que la curiosidad le indicó en el momento apropiado y no antes ni después, aplicando su “libertad y buenas costumbres”.