Condición fundamental en quienes
solicitan ingresar a la masonería, “libre y de buenas costumbres”. La razón de
esta exigencia se debe a que de otra forma va a ser muy difícil que el
aspirante comprenda desde el pórtico, lo que la masonería pretende mostrar, se
traduce también como una libertad necesaria de pensamiento, hace muchos años
que nuestra constitución política abolió la esclavitud, de tal manera que el
concepto: “Libre y de buenas costumbres” se refiere al comportamiento habitual
de quien toca el umbral de la masonería.
El venezolano: Manuel Antonio Carreño
Muñoz, por el año 1853, nos entregó un manual de urbanidad y buenas maneras.
Fundamentando normas que se encuentran en las principales reglas de civilidad y
etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido
de un breve tratado sobre los deberes morales y las buenas costumbres, tal vez
podemos describir su texto como un compendio de formas, elementos y reglas
sobre los buenos modales útiles en las relaciones sociales o simplemente como
un contexto social.
Don Manuel Antonio Carreño pudo haber
conocido entonces lo que la masonería solicitaba de los aspirantes: “Libre y de
buenas costumbres”, porque solo con buenas costumbres, el acceso a las normas
del masón resulta un camino sencillo en el recorrido de los niveles que se
deben cursar, es como si los asuntos considerados buenos y malos estuvieran al
acecho, la inquietud por los problemas cotidianos obstruye nuestra vista y sin
sentir caminamos entre lo blanco y lo negro, con los símbolos que ello trata de
expresar, con la ayuda del “Carreño” y la masonería observamos los lineamientos
sociales y enfrentamos cualquier obstáculo.
Con libertad y buenas costumbres es fácil
respetar las leyes de la nación y más fácil acatar las leyes sociales y hasta
las leyes no escritas, la frase: “El respeto al derecho ajeno es la paz” sigue
y seguirá vigente por mucho tiempo, como sinónimo de “las buenas costumbres”
que nacen en el seno familiar, de tal suerte que una buena costumbre será
custodiar a la familia, célula del tejido social, el hijo debe respetar al
padre y él a la sociedad y ella a la autoridad encargada de las leyes y de esa
forma en sentido opuesto se cumple el ciclo necesario de: “Libertad y buenas
costumbres”.
Muchas veces he declarado que el masón
está por encima de lo bueno y lo malo, personificado tal vez por el caminar
sobre zonas blancas y negras como si fuera un tablero de ajedrez, sin afán de
colocar al masón como un ser superior, simplemente que su libertad le permite
descifrar los momentos buenos y los momentos malos, empleando la sensatez
adecuada en cada situación, de manera que siempre asumirá galantería con la
respuesta apropiada o raciocinio puntual frente a un conflicto social en
cualquier nivel.
No es casualidad que la estructura social
de los países este cimentada en principios masónicos, si revisamos la historia
de la humanidad vamos a encontrar multitud de percepciones que muestran un
soporte basado en la libertad y las buenas costumbres, inclusive la filosofía
del “municipio libre” contiene esa característica, se hace necesario que quien
gobierne un municipio, sea vecino del municipio ya que en el vecindario se
encuentran sus intereses de propiedad y trabajo así como los intereses
familiares, es obligatorio entonces que la seguridad de los bienes y personas
sea responsabilidad de un vecino, ocasionando que nadie resulte perjudicado ya
que solo el vecino caminará por lo bueno y lo malo sin perjudicar a cualquiera
ni dañarse a sí mismo.
“Libertad y buenas costumbres” contiene
muchas aristas, pero solo una filosofía, la búsqueda del bien común, como
divisa del masón, logrando el compromiso de hacer bien a todos mediante el
caminar entre lo bueno y lo malo con paso firme, consciente del compromiso
adquirido libremente cuando llamó a las puertas de la orden, que la curiosidad
le indicó en el momento apropiado y no antes ni después, aplicando su “libertad
y buenas costumbres”.