Por: Julio Torres.
Alcanzar la
supremacía es una tarea que implica muchos factores, Se requiere ser más bueno
de lo necesario, porque todas las personas que encuentro en mi camino están
luchando alguna batalla y no puedo conocer la dimensión, es necesario entonces
cuidar mucho las palabras que haya que pronunciar.
Si quiero que se
cumplan mis sueños, no debo quedarme dormido, sonreiré siempre, la expresión es
lo más importante, la felicidad en mi vida depende de la calidad de mis
pensamientos, lo más pesado que puedo cargar es el rencor.
Una cosa que siempre
puedo dar e igual quedármela, es mi palabra, debo ser siempre sincero, la peor
mentira es cuando me miento a mi mismo, si me falta coraje para empezar algo,
es que ya he terminado, lo único que no puedo hacer es reciclar el tiempo perdido.
Las ideas no
funcionan a menos que yo crea en ellas, mi mente es como un paracaídas, se que
funciona solo cuando lo abro, perseguir la felicidad es la carrera de toda la
vida, nunca es tarde para ser o hacer lo que me hubiera gustado hacer en la
vida.
La vida es demasiado
corta para despertar con remordimientos, por lo mismo, amo a las personas que
me tratan bien, olvido a quienes no lo hacen y pido por ellos.
Debo creer que todo
pasa por alguna razón, si me dieran una segunda oportunidad, la tomaría con
ambas manos, si cambia mi vida, dejo que cambie, nadie dijo que la vida sería
fácil, solo prometieron que valdría la pena vivirla.
Los amigos son como
los globos, una vez que los sueltas, puede ser que no regresen. A veces nos
preocupamos tanto de nuestras vidas agitadas y llenas de problemas que ni nos
damos cuenta que hemos soltado los globos, procura no olvidar, después puede
ser tarde.
Yo no quiero que eso
me ocurra, a mis amigos los voy a amarrar a mi corazón para nunca perderlos,
pero entonces: ¿Que hacer para alcanzar la supremacía? Sencillo:
Cuando puedo
levantar la vista a las alturas y contemplo el cielo, mi alma percibe los
indefinibles misterios que le rodean, inundando el espíritu con perfecta
armonía y dulce paz.
Cuando soy capaz de
elevarme por encima de las pasiones y desprecio los honores banales por su
intrascendencia y las ansias de poder y de riqueza que ensombrecen mi corazón.
Cuando haya perdido
por completo el miedo a la pobreza, al mañana y a la muerte y logre contemplar
sereno y sin inmutarme, los embates de la adversidad, agigantándome ante la
desgracia y sin envanecerme ante el triunfo.
Cuando después de
tanto trabajar y sufrir, llegue lleno de gozo a descubrir dentro de mi mismo,
que la muerte no es más que un simple cambio de forma de la materia y que mi
alma inmortal e incansable se sublimiza más cada día, construyendo el vehículo
necesario para llegar a la eternidad, hasta unirme nuevamente a la causa de
todas las causas: Dios.
Solo entonces,
alcanzaré la supremacía.