Por: Julio Torres
“Todos para uno, y uno para todos”, estarán de acuerdo en lo maravilloso que resultaba ver y escuchar esta consigna en los personajes mosqueteros del rey en la Francia de aquellos tiempos.
Creo que esa película la vi por lo menos unas 20 veces y en cada repetición encontré nuevos datos nuevas interpretaciones o nuevos motivos para entender el mensaje literario.
Puede ser que el mensaje más importante de esa consigna es la necesidad u obligación de todo ser humano, de luchar para erradicar la ociosidad y la ambición.
Los mosqueteros de alguna manera trataban de establecer que estaban dispuestos a entregar todo su tiempo y todo su esfuerzo y hasta la vida por su honor y lealtad al rey.
El mensaje “todos para uno y uno para todos” era como la firma de esos valerosos servidores del rey que mostraban un alto sentido del honor y del compromiso como caballeros.
Dichos compromisos contienen la forma de dirigir sus acciones, sus pensamientos y sus palabras para no abusar de su habilidad y fuerza que conduzca a la explotación de los demás.
Respetar y hacer respetar las propiedades de todos para proteger el trabajo como generador de riqueza, porque, esa riqueza solo se consigue con el trabajo en condiciones de paz.
Los mosqueteros de alguna manera simbolizan a los servidores públicos que aunque estaban al servicio del rey, intervenían en asuntos particulares sobre todo cuando se trataba de defender al débil.
Estaban conscientes de hacer hasta el mayor de los sacrificios por evitar que alguien despoje a otro, por la fuerza o por la astucia lo adquirido legítimamente.
Como la ambición es la fuente de la mayor parte de los males que aquejan a toda organización humana, siempre estuvieron atentos a la lealtad con el rey Luis XIII.
Lo anterior, la masonería lo compara como entrar en una cámara científica, considerada como el mayor de los poderes, el de la ciencia aplicada al conocimiento de la organización social.
Solo con inteligencia y rectitud se adquiere el valor y la prudencia para hacer bien las cosas, o sea, para trabajar de manera eficiente a favor de la humanidad y una vez cumplidos esos compromisos ya podemos sentirnos filántropos verdaderos.
Como lo hace quien pretende levantar una construcción arquitectónica duradera, comenzando por utilizar el cincel y el martillo con la maestría que el caso ame rita.
Una regla, un compás, una escuadra y un nivel serán instrumentos adecuados para que el edificio que se pretende levantar, surja con la mejor estructura, como la educación adquirida, dentro de una familia armonizada.
Una leyenda encontré que afirma que el viejo mundo, esto es, el europeo, está bien organizado, y el nuevo, se encuentra desorganizado, el viejo mundo es seguro, el nuevo mundo es incierto.
Parece que el mensaje dice: que los jóvenes empleen una parte de su vida en hacer algo bueno por otras personas, para que el edificio social cumpla con el proyecto divino.
Nada efectivo se puede construir con alucinadoras utopías, se necesitan realidades practicables para levantar el edificio de la civilización.
“Todos para uno y uno para todos.