Si por casualidad mostramos que podemos utilizar indistintamente ambas manos, imperativamente nos obligan a utilizar solo la derecha o la izquierda en todo caso, pero no es aceptado que utilicemos ambas manos.
Si gritamos, es decir, si no modulamos las palabras al hablar y dicen que gritamos, de inmediato recibimos tremendo regaño por que estamos gritando, y lo que pasa es que estamos aprendiendo a hablar, el grito es porque todavía no dominamos la voz.
Si de niños pudiéramos calificar a nuestros padres, tal vez reclamaríamos la forma de reprendernos, que no fuera con regaños y poder hacer entender que solo estamos aprendiendo a vivir.
Estamos aprendiendo a decir la cosa y a describir lo que vemos con el sistema que nos fue entregado en el momento de llegar a este mundo, por lo tanto resulta muy fácil para nuestros padres reprendernos porque ellos hace tiempo lo aprendieron.
Una semejanza con este asunto es la vivencia dentro de la masonería cuando somos recibidos en una logia, solo que quien nos recibe en la masonería comprende que debe tratarnos como niños de muy corta edad, tal vez de tres años.
A los tres años gritamos, porque todavía no podemos modular la voz, estamos aprendiendo a hablar, además de que desde el primer año solo podemos deletrear, sin siquiera saber lo que es una letra, pero deletreamos.
Observemos a un niño que a muy temprana edad logra pronunciar, "MA" para hacerse entender que se refiere a su mamá, tal vez pronuncie la letra "B" sin atinar de que se trata ya que la letra "O" puede resultar más sencillo.
Cuando el niño finalmente pronuncia las cuatro letras: "mamá", lo hace deletreando, pero ya ha aprendido que es un vocablo que le permite dirigirse a la figura materna que por alguna cauda define como la solución a su problema alimenticio.
La manera como la mamá resuelve el problema económico del bebé, es decir, el alimento, es una de las primeras enseñanzas y tal vez la más valiosa porque de ella depende la subsistencia en este mundo.
Lo mismo ocurre en la enseñanza de la masonería, la madre logia es quien se encarga de mostrar al bebé masón la manera como va a enfrentar el mundo de la masonería a partir del momento de su ingreso y que pueda deambular por un piso de cuadros blancos y negros.
Que pueda escalar cada uno de los peldaños, sin que exista la posibilidad de perder el piso y regrese al primer escalón de manera catastrófica, que le obligue a abdicar en ese caminar por los senderos de la filosofía que promete mostrar verdades.
Todo masón, así como todo filósofo, siempre buscan la verdad, esa verdad que los hace libres, esa verdad que impedirá ser domesticados inconscientemente, esa verdad que redunda en la libertad, a la que todo ser humano aspira inconscientemente.
Tal vez el mensaje importante sea que: Un buen padre, puede ser capaz de convertirse en un buen guía, si practica tolerancia en la enseñanza de vida a su hijo, junto con su esposa que es la madre que arropa al bebé desde el principio.
Un buen masón debe ser capaz de guiar convenientemente a un nuevo integrante, por medio de los conocimientos adquiridos en su madre logia, que lo arropa desde su ingreso, con el amor que solo una madre puede dar.