El único bien durable es el bien
colectivo, se dice que las cualidades proceden de cada uno de nosotros y se
logra una envoltura a favor de todos y en su beneficio, eso constituye una
fuerza colectiva contra la cual nada pueden el vicio, la tiranía ni el
fanatismo.
El masón piensa que no basta saber y ser
virtuoso individualmente, debe comprender que ha nacido para vivir en sociedad
y solo de esa manera encontrará la forma de servir y servirse de lo necesario y
encontrar la felicidad.
Una manera de explicar lo anterior de
forma sencilla, es acudir a la imaginación de la vida en aquellos tiempos, en
que las comunidades viajaban de un lugar a otro en busca de alimento y en ese
transitar, dicha comunidad crecía de manera automática, solo ellos y con sus
fuerzas lograban sobrevivir a los obstáculos que se encontraban en el camino.
Un día, tal vez de manera accidental se
vieron en la necesidad de permanecer en algún lugar, por la imposibilidad de
seguir deambulando, quizás por la lluvia o simplemente por necesidades
imperativas de los asuntos comunitarios, tal vez el nacimiento de nuevos seres
o enfermedades, o las propias
inclemencias del tiempo.
Pudieron permanecer semanas en un solo
lugar, tiempo suficiente en el que alguna semilla hizo brotar una pequeña
planta, que resultó parecida a las que esa comunidad reconocía como el origen
del fruto que servía de alimento.
El cuidado de esa planta les obliga a
investigar el hecho y entonces se dan cuenta que poseen la capacidad de pensar
e imaginar la manera de simplificar el esfuerzo de conseguir alimento, puede
ser que en ese instante, nace la agricultura.
Tampoco es difícil imaginar que al
descubrir la agricultura, les permite cambiar su situación y volverse
sedentarios, entonces, por consecuencia se establece la propiedad privada,
ahora se fijan linderos entre quienes se van a encargar de cultivar los alimentos.
Cada miembro de la comunidad encuentra
habilidad y destreza en las diferentes actividades, se van formando familias y
cada familia obedece a su inspiración y ser útil al resto de los habitantes.
Nace también la propiedad familiar y tal
vez el “trueque” o sea el intercambio de mercancías se utiliza como el inicio
del comercio, aquellos tiempos en los que caminaban grandes distancias en busca
de alimento, ahora se transforma en un pueblo tal vez autónomo.
Imagino que en ese momento, las
comunidades consiguen el final feliz como el que todos deseamos en la vida,
libre de preocupaciones y dispuestos a disfrutar de manera total la vida
prometida.
Pero los fantasmas de la ignorancia, la
hipocresía y la ambición, aparecen en la escena cotidiana de esa comunidad
feliz y transforman todos los buenos propósitos, mediante la promesa de
protección, salud y educación, que con el tiempo se transforma en una fábrica
de corrupción y abuso de poder.
Esos fantasmas reales con nombre y
apellido, prometen hacerse cargo de todo cuanto sea necesario a los integrantes
de esa comunidad feliz, visten un traje de controladores de vidas y haciendas y
hasta del pensamiento.
Algunos prometen la vida eterna, otros
dicen que impartirán justicia y que cada quien tenga lo que le corresponde,
también los que prometen vigilar y conservar la salud y los que se harán cargo
de la seguridad, el gran proyecto: Seguridad, salud y educación.
No dudo que los principios que describo
hayan nacido limpios puros y sin mancha, el problema es cuando cruzan la
delgada línea entre lo sublime y lo ridículo, los buenos oficios se desgastan y
causan daños irremediables en ese pueblo feliz que he descrito.
Todo lo anterior es solo una descripción
generalizada de la búsqueda del bien común, me falta mucho por describir que
prometo continuaré muy pronto.