Por: Julio Torres.
Ampliando el experimento expuesto en un
artículo anterior en el que nos colocamos ante dos cuerpos casi iguales y
vestidos con ropas parecidas, llegamos a la conclusión de que uno de ellos está
vivo y el otro está muerto.
La prueba simple de la aguja con los
cuerpos del hombre vivo y del hombre muerto entrega conclusiones muy
interesantes, recordemos que cuando estimulamos el cuerpo del que consideramos
el hombre vivo, al ser tocado apenas con la aguja, de inmediato se manifiesta
la respuesta moviéndose e inclusive hasta despertando y moviendo su pesado
cuerpo de más de 80 kilos.
Lo que no ocurre con el cuerpo del hombre
muerto que al ser tocado por la aguja, ninguna reacción ofrece, hasta podemos
penetrar la aguja a niveles profundos y no surge reacción alguna, ante este
fenómeno es que declaramos que ese hombre es considerado muerto.
Nosotros no podemos ver ni sentir qué
poder o energía es la que así se manifiesta, lo que nos conduce a la conclusión
de que se trata de algo inmaterial que se manifiesta a nuestra observación,
usando la aguja en varias partes del cuerpo, percibimos que está presente la
misma condición, por eso fue que anotamos en la columna “inmaterial” que la
carne posee acción responsiva en todo momento.
Caso contrario o diferente de cuando
utilizamos la misma aguja en la carne del cuerpo muerto, donde se aprecia que
el organismo permanece inerte, y comparativamente el cuerpo del hombre vivo
vemos que su cuerpo cuando lo tocamos con la aguja, ejerce una gran fuerza
capaz de mover el cuerpo de distintas maneras, sin aparente esfuerzo.
En la columna “inmaterial” escribimos que
el cuerpo del hombre “vivo” tiene un poder controlador, de tal suerte que nos
damos cuenta y vemos demostrado otro punto: El hombre vivo no solamente se ha
despertado, sino que se da cuenta que está despierto y se da cuenta que ha
estado durmiendo en nuestra presencia.
Con todo lo escrito en las columnas
“material” e “inmaterial” llegamos a dos conclusiones importantes que parecen
tan lógicas y tan verdaderas: Primero.- La composición del cuerpo humano
consiste de cosas materiales e inmateriales, ambas dándole al hombre su
existencia y manifestación.
Segundo.-La diferencia entre un cuerpo
“vivo” y uno “muerto” es la diferencia de las cosas “inmateriales” que hemos
anotado, en otras palabras, hemos anotado las cosas no presentes, en el cuerpo
“muerto” o sea, las cosas inmateriales que son las que envuelven actividad
voluntaria e involuntaria y consciencia.
Recapitularemos en este simple análisis
del cuerpo humano, hemos encontrado que hay dos elementos que constituyen la
expresión del hombre en la tierra: Lo material y lo inmaterial y la diferencia
entre un hombre vivo y un hombre muerto consiste, en la presencia o la ausencia
de los elementos “inmateriales”.
Cuando los elementos inmateriales se han
ido, o están ausentes, queda el cuerpo humano, pero todas sus manifestaciones
como hombre, desaparecen junto con él, su misión en esta vida. El cuerpo muerto
solo es arcilla aunque su forma sea definida.
Puede parecer un hombre, como lo sería
una estatua de mármol, pero la parte real o esencial, la parte que hace
meritorio a todo el resto, ha partido, el hombre deja de ser eso para cuyo
propósito fue destinado.
De tal suerte que si encontráramos esa
razón, si conociéramos todo acerca del hombre, especialmente la parte
importante de él, comenzaríamos por analizar los elementos “inmateriales”, Pero
de esto hablaremos en un reporte futuro, mientras tanto, hasta entonces.