Por: Julio Torres
La masonería alerta del peligro que implica que la ciencia y la educación superior estén solo en manos de los gobiernos, si no se aplica una verdadera libertad de enseñanza.
Las mejoras que la sociedad obtiene son enormes, cuando se aprende y se enseña en todas partes, de otro modo, puede caer en el privilegio autoritario del sacerdocio que significa la muerte real que destruye la dignidad.
Todo gobierno debe vigilar que cada ciudadano goce de la plenitud de sus derechos, cuando se desvía y se convierte en “protector” solo envilece y esclaviza a los habitantes.
Nuestra carta magna establece, que los municipios son los responsables de la educación pública, nada influye tanto en la nación como la enseñanza primaria y secundaria.
No hay gobierno que no intente dirigir la educación conforme a sus intereses políticos, que lo haga con los colegios militares que el dirige es natural, por razón de estrategia.
Solo los hombres elegidos por la localidad deben formar el ayuntamiento, y ellos vigilaran las escuelas comunales, desde luego que las escuelas privadas serán independientes.
Desde luego que con la libertad de enseñanza, todos los actores tratan de sobresalir, de hacer mejor las cosas, de mejorar los métodos de instrucción, perfeccionándose cada día.
Cuando se educa recíprocamente, se aprende a educar a otros y por lo tanto a ser libres, porque la libertad es cosa que llega y se impone por si misma en una asociación progresiva.
La salud de las naciones adultas, se presenta espontáneamente, cuando la educación la engendra, es que se trata de su legítima heredera.
Cuando la educación se entrega a los magnates, equivale a conferirle el poder de eternizar su tutela, lo mismo ocurre con la educación centralista que destruye la dignidad.
La enseñanza libre y localizada, no solo se perfecciona con la competencia, sino que siembra la semilla desde los primeros años, el amor que engrandece a nuestra sociedad.
Alguien dijo: “Saber remediar lo presente y providenciar lo futuro es libertad” Si la ciencia, y educación en manos de los gobiernos, ha servido para corromper las costumbres, debemos cerrar esa puerta.
Abrirla, significa entregar el campo a los astutos y los ambiciosos con la intolerancia, lo mismo a la superstición y el fanatismo, enemigos naturales de la masonería.
Solo la libertad de enseñanza permite descubrir las astucias de sus falsos maestros, esa libertad de enseñanza da la vida cuando se aprende y se enseña en todas partes.
La gran vía que debe construir la orden masónica, por donde ha de transitar la libertad de enseñanza, por medio de los carros del progreso, para distribuirla por toda la faz de la tierra desde hoy y hasta el final de los tiempos.
Que brillantes luces de la civilización pasada fueron Moisés, Orfeo, Hiram, Salomón, Licurgo, Pitágoras, Confucio, Sócrates y Jesús, sin embargo, ninguno de ellos pudo salvar del oscurantismo al universo.
En la actualidad, debemos sentirnos privilegiados de poder ingresar a los conocimientos que los grandes iniciados nos han legado, y esa sabiduría que cada uno de ellos nos heredó, es suficiente para encontrar la verdad.
Dicha verdad solo se consigue con la educación superior.