Por: Julio torres
El juramento de Hipócrates tan antiguo y tan actual, casi 400 años antes de Cristo se tuvo noticia de este juramento y parece que se ha olvidado.
Recibí un correo por medio “secreto masónico” que logró impactar de tal manera que no resistí la tentación de comentarlo en este espacio.
Dice el correo que en todo aborto muere más de un ser humano, además de ese pequeño que vivía en un lugar cálido y seguro, muere o queda gravemente herida la vocación de un médico o de algún enfermero.
Es notorio desde luego que no comparto la idea del aborto, creo que esa decisión debe tomarse solo entre médico y paciente de manera responsable.
Dice el juramento: “Por Apolo médico y Esculapio, JURO: por Higias, Panacea y por todos los dioses y diosas a quienes pongo por testigos de la observancia de este voto, que me obligo a cumplir lo que ofrezco con todas mis fuerzas y voluntad”.
Analizo el párrafo anterior y no comprendo como es que se ha logrado aprobar leyes que “legalizan” el aborto mediante artificios que van en contra de las leyes naturales o divinas.
En este espacio escribí hace algún tiempo que desde un punto de vista para sicológico y tratando de explicar el aspecto del espíritu, se considera que desde el momento de la concepción ya es una nueva vida.
Todos los atributos de un ser humano se encuentran presentes desde que toma forma lo que describen como “embrión” y que solo falta su alma personalidad.
Esa alma personalidad será adquirida hasta el momento de ser expulsado por el útero y tomar la primera bocanada de aire que supone es el vehículo que transporta dicha alma.
Mucho es lo que se ha escrito de estos eventos, a la fecha existen discrepancias que desde luego todas ellas son válidas, lo que no es válido son los intentos por violentar las leyes ya naturales, ya divinas bajo ninguna justificación.
Quizás es por eso que en otra parte del juramento de Hipócrates dice: “no practicaré la talla, dejando esa operación y otras a los especialistas que se dedican a practicarla ordinariamente”
“Cuando entre en una casa no llevaré otro propósito que el bien de los enfermos, cuidando mucho de no cometer intencionalmente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitando principal mente la seducción de las mujeres, libres o esclavas”.
“Guardaré reserva acerca de lo que oiga o vea en la sociedad y no será preciso que se divulgue, sea o no del dominio de mi profesión, consideran do el ser discreto como un deber en semejantes casos”.
“Si observo con fidelidad mi juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí, la suerte adversa”.
Deseo con firmeza que lo escrito en este espacio sea recibido con el valor que merece, lo que busco es solo una reflexión sobre el trabajo de quienes habitaron este planeta antes de nosotros.
El más famoso médico de la antigüedad llamado el padre de la medicina, desde sus tiempos la medicina toma un cariz científico y se establece la observación clínica como base de la terapéutica.
Se explican las enfermedades por el desequilibrio de los cuatro humores corporales y toca al médico restablecer ese equilibrio que conserva la salud.