Por: Julio Torres.
Las herramientas necesarias para labrar una piedra cúbica son: la escuadra para formar los prismas y hacer todas sus caras iguales y con la ayuda de una regla se nivelan las superficies.
Los símbolos que maneja la masonería son claros y contundentes, es por eso que el prisma que representa la piedra contiene el número perfecto, esto es, el número nueve.
La escuadra es el emblema de la igualdad que se entiende debe reinar entre los seres humanos, de igual forma, la regla simboliza la justicia que ha de reinar entre ellos.
Se debe aprender la forma de colocar y fijar una piedra cúbica, desde luego ese aprendizaje es simbólico, se busca en principio que el masón comprenda y descubra que posee la facultad de la inteligencia.
Cinco son las facultades que poseemos los seres humanos y que son las que nos acompañarán el resto de la vida para conseguir la superación personal puesta al servicio de la humanidad.
Como si se tratara de un prisma de cinco lados o cinco caras en perfecta armonía es lo que simboliza cada una de las facultades inherentes en el hombre que junto con la inteligencia completan un grupo de cinco facultades.
Podemos bautizar cada una de las caras del prisma en el orden que se quiera, lo importante es que se comprenda cada una de las caras con cada una de las facultades que nos ha entregado el gran arquitecto.
El caso de la filantropía entendida como el amor a la humanidad, a esa humanidad a la que debe mostrarse la virtud para evitar que le domine el vicio y enseñarle la verdad para que erradique la mentira.
El vicio no solo devora los gérmenes de la felicidad social, sino que destruye los frutos perfumados de nuestros más bellos sentimientos y destruye las fuerzas instintivas que alientan a la razón.
Hasta ahora nos hemos ocupado de dos caras del prisma, una de ellas simboliza la inteligencia y la del sentido contrario es comparada con el sentimiento de amor a la humanidad.
Las tres caras restantes del prisma que nos ocupa, se encuadran en una triada que integra la rectitud, la prudencia y el valor, tres caras tan brillantes como la inteligencia y el sentido de amor a nuestros semejantes.
La brillantez de cada una de las caras del prisma nos indica que como seres humanos estamos obligados a conducirnos con rectitud y con valor, pero con prudencia.
No es difícil comprender que nuestro prisma debe mantenerse impecable, mientras más brillantes estén sus caras, más brillante será la práctica de las facultades.
Si la cara del prisma que corresponde a la facultad de la rectitud no brilla, se corre el riesgo de convertirse en presa fácil de la corrupción y que decir de la cara que corresponde al valor, es decir, valor sin rectitud o rectitud sin valor no quiero imaginar el resultado.
Cinco son las caras que contiene el prisma, cinco son las facultades que nos ayudan a vencer las pasiones y los vicios, cinco herramientas suficientes para el progreso personal.