Es normal y tal vez hasta lógico que
cuando iniciamos una actividad casi nos entregamos como se dice por allí: En
cuerpo y alma, y no tiene que ser de distinta manera, ocurre que el deseo de
aprender casi nos aísla del mundo exterior.
Lo mismo ocurre con la masonería, es tan
interesante desde el principio que el comportamiento que manifestamos posee
todas las características de un inicio, sin valorar o entender que el camino es
largo, se calcula en más de 15 años.
Es normal que los primeros tres años el
estudio se concrete a tres o cuatro años como mínimo, solo que la sorpresa es
muy grande cuando comprendemos que ese nivel solo corresponde a los primeros
tres escalones, le restan treinta.
Es como empezar la vida, es por eso que
se define como nacer a la masonería, como niños de escasos tres años, con todas
las dudas sobre la vida, todavía no sabemos leer ni escribir y ya queremos
saber todo.
Como la poesía de Benítez Carrasco: “El
niño quiso crecer y comenzó a ponerse años, le quedaban tan mal los años, que
ya no quiso crecer”
Esa es tal vez la razón por la cual,
muchos iniciados en la masonería no desean avanzar más allá de los primeros
escalones, porque la exigencia es mayor, escalar cada escalón requiere algo más
que deseo de aprender, es necesario entenderlo como una profesión de vida.
Por delante esperan asuntos de gran
relevancia: filosóficos, místicos, caballerescos y finalmente la etiqueta de
líder, aunque dicha etiqueta es simbólica, pues no es necesario exhibirla, de
nada serviría, el liderazgo se conquista al caminar.
Como el punto inicial es tratar de
comprender como somos en realidad, el reto es inmensamente complicado,
difícilmente nos colocamos frente a un espejo y aceptamos nuestra realidad, es
más, ni siquiera somos capaces de hacer una descripción exacta de nuestra
fisonomía.
Este asunto no es sencillo desde luego,
vale la pena que usted amigo lector se coloque frente a un espejo y sea capaz
de aceptar que no es el buen hijo que cree, o el padre amoroso que supone es o
el que dicen que es, un auto examen sería lo más congruente.
Pero no es malo ver en el espejo a ese
ser extraño, al contrario, ver a ese ser extraño es lo más saludable, verse
dentro de una realidad, sin maquillaje es el camino adecuado no solo en la
masonería, sino en todos los ordenes de la vida.
No se crea de quien lo adula, no se crea
de quien lo exalta, dude siempre de todo lo que escuche, recuerde que nadie
tiene la verdad completa, un 0.01 % es suficiente para alguien se crea talentoso, lo mejor sería que otra persona lo
calificara de talentoso.
Y aun así, es posible que solo lo esté
adulando, esa es la verdadera importancia de cursar los niveles de estudio de
la masonería, las herramientas de estudio no engañan, no adulan, le colocan un
espejo mágico donde usted puede realmente ver y conocer al sujeto que proyecta
el espejo.
Este puede ser el gran principio,
después, todo es continuar con el proyecto de ser mejor padre, mejor hijo,
mejor esposo y por ende: Mejor ciudadano.