Por: Julio Torres
Cada uno de los pueblos antiguos tenía una o varias salidas de sus misterios, de manera que nos ocuparemos de ellas solo como curiosidad histórica.
En esos pueblos antiguos como el maya, egipcio, griego y demás, en todos aquellos misterios había dos doctrinas, una pública y otra privada, y en esta, la privada se dividía en dos, simbólica y secreta.
La doctrina simbólica, es entregada al iniciado con el trabajo de comprenderla, y la otra al ser secreta solo se revela hasta después de comprobar que es hombre discreto, prudente, instruido y virtuoso.
Nosotros, descendientes de aquellos iniciados, dividimos nuestras doctrinas en tres partes, la primera durante la ceremonia de iniciación, le informamos de la segunda al neófito, pero solo de manera parcial, para obligarlo a investigar.
No avanzamos a le tercera hasta asegurarnos que ha aprendido su liturgia y que nos convenza plenamente de la discreción, prudencia e instrucción.
Durante el estudio litúrgico, hemos analizado que siempre somos unos niños para el estado, pues la mayor parte de las veces los gobiernos se atribuyen todo respecto a la educación.
Analizando un poco más a fondo encontraremos la causa, descubrimos sin dificultad que la mayor parte de las veces no son los gobiernos los culpables.
Lo que pasa es que encuentran gente dócil, que se deja gobernar como si fueran rebaños, pues encuentran ignorancia, apatía y egoísmo en los ciudadanos.
Lamentable es que por fuerza tienen que torturarlos, y hacerlos marchar aun a su pesar, todo el que tiene el mando tiende casi siempre a la tiranía.
Las condiciones óptimas para dominar a un pueblo, se presentan cuando ese pueblo esta formado por ignorantes, apáticos y egoístas.
La masonería quiere antes que todo que las masas se eduquen, de manera particular y colectiva, pues los pueblos ilustrados no consienten a los tiranos.
De nada sirve a los buenos gobernantes, poseídos de las más sanas y sabias disposiciones si sus gobernados, lejos de ayudarlos, se opusieran a ellas.
La ignorancia no permite comprender, cuando una disposición es positiva o cuando es negativa, porque su apatía y egoísmo lo encierra en un círculo de pereza e indiferencia.
La masonería impone a sus miembros el deber de ser hombres libres y virtuosos, pero esa libertad no es la del egoísmo y de la resistencia a las leyes, ni a las disposiciones que los gobernantes dan en virtud de esas leyes.
La masonería exige de sus miembros el mejor respeto a la ley y a los magistrados, pero también establece como un deber sagrado el instruirse y el instruir a los demás hasta donde alcancen sus fuerzas.
Se entiende que en la antigüedad, todos o la mayor parte de los conocimientos, se transmitían por medio de misterios, posiblemente por la ignorancia que prevalecía en la gente.
Solo unos cuantos tenían acceso a la educación, y los mecanismos de reconocimiento profesional estaban en un nivel arcaico, actualmente la masonería, hace uso de todos los simbolismos para transmitir esos conocimientos.
Dichos conocimientos, se comprenden mejor viajando al pasado, y al presente de manera alternada, lo cual garantiza la comprensión, del proyecto masónico a favor de la humanidad.
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