Por: Julio Torres
En realidad no se trata de pensar que Dios necesita ser adorado en su máxima expresión, parece que ese es en realidad el punto de conflicto, o el punto a discusión.
Me voy a permitir contar una especie de cuento para tratar de despejar la incógnita que presenta la manera como supuestamente se comporta Dios con nosotros.
Parece que en el principio de los tiempos, Dios decidió manifestarse y puso a girar una parte de él, pero cuando se dio cuenta que nada especial sucedía, dejó de girar, y esa parte de él regresó a su estado original.
Luego pensó que si hacía girar al mismo tiempo pero otra parte de él y en sentido contrario al giro de la anterior parte, algo distinto ocurriría, entonces, observa que al hacer girar las dos partes, estas se mantienen girando.
En un momento preciso, provoca un giro más rápido en una de las partes, y la sorpresa fue que la otra parte también aumentó el giro, esto produce una nueva necesidad.
Ahora, además de hacer girar en sentidos opuestos a dos partes de él, decide producir un tercer elemento, con un trabajo distinto, este tercer elemento se encargará de controlar el movimiento de los anteriores.
Solo se producirá un giro de los elementos primarios a determinada velocidad de acuerdo a lo determine el tercer elemento que funcionará como controlador.
De acuerdo con lo expuesto, creo que va a resultar sencillo entender el funcionamiento de los tres elementos divinos, y encontraremos similitud con el funcionamiento de nuestro cuerpo.
Nuestro espíritu que hace funcionar nuestro cuerpo y luego nuestra alma que proporciona la voluntad y que ambas funcionarán con el control o regulación de nuestra conciencia.
Si lo anterior se puede entender como real, es posible que entendamos que el Albar a Dios, no es asunto absolutamente fundamental o necesario, sino que es una muestra de nuestro libre albedrío.
Ahora sí podemos afirmar que Dios nos otorgó ese libre albedrío para que podamos manejarnos por nosotros mismos, de donde se desprende la voluntad y el deseo de hacer algo.
En este momento es donde entran en juego los ángeles, se dice que para platicar con los ángeles no se debe entender literalmente, recordemos que estamos hablando de dos mundos.
Por lo tanto, la manera de “hablar” con un ángel o con nuestro ángel asignado, no podemos hacerlo como se hace aquí abajo, comunicarse con él es por medio del pensamiento.
Esta manera de comunicarse no requiere de una retorica especial porque en este caso se habla de un lenguaje apropiado como lo es el pensamiento.
Es por eso que siempre se considera que, la oración escandalosa no es lo que Dios espera de nosotros, esta comunicación si debe tener buena gramática, con mejor retórica, para que la lógica no se desvirtúe de su exacta dimensión.
Pero de este tema hablaremos próximamente.
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