Por: Julio Torres
Una parte fundamental del código moral masónico desde luego que es el que se refiere a la adoración que se debe al gran arquitecto del universo, y de ese punto fundamental se deriva la obligación de amar al prójimo.
Se sugiere hablar bien y dejar hablar a los hombres, con la consigna de amar a los buenos, compadecer a los débiles, pero huye de los malvados sin odiar, nunca odiar.
Obligatorio es hablar respetuosamente a los mayores, con prudencia a los iguales, es decir a quienes ostentan el mismo nivel en todos aspectos, con sinceridad a los amigos y con ternura a los pobres.
El código indica que nunca, pero nunca, adular a otro masón, porque eso se puede tomar como traición, y si un masón nos adula, desconfiar, puede corrompernos.
Escuchar la voz de nuestra conciencia es una buena práctica, y sin temor a equivocarme es una de las mejores prácticas, pues la conciencia es lo que rige nuestros movimientos.
Se recomienda al masón convertirse en padre de los pobres, pues, cada suspiro que la rudeza de un masón le arranca a un pobre, será una maldición que caerá sobre su cabeza.
Respetar al extranjero y al viajero, su posición los hace sagrados para el masón, evitar las disputas, en su lugar debe quedar la razón de por medio y respetar a las mujeres, nunca abusar de su debilidad.
El gran arquitecto del universo es la sabiduría eterna e inmutable, es la inteligencia suprema, entonces, se le debe honrar con la práctica de la virtud.
La religión del masón es la de hacer el bien, solo por el placer de hacerlo y nunca porque deba hacerlo, es mejor ser amigo del sabio y observar sus preceptos.
Se le explica al masón que su alma es inmortal y nunca bajo ninguna circunstancia ejecutará algo que pueda degradarla, además de combatir sin descanso al vicio.
Nunca, bajo ninguna circunstancia hacer a otras personas lo que no quisiera que ellas hicieran contigo, se le recomienda al masón resignarse con su suerte para conservar la luz de la sabiduría.
Honrar a los parientes, respetar a los viejos, ilustrar a la juventud y proteger a la infancia, amar a la esposa y a los hijos, amar a la patria y acatar las leyes, son mandatos fundamentales.
Se sugiere al masón, considerar al amigo como si fuera hechura de si mismo, y que el infortunio nunca sea motivo para alejarse de él y al mismo y tiempo, huir de las falsas amistades.
Finalmente se recomienda al masón evitar dejarse dominar por las pasiones, ser indulgente con el error y la recomendación final dice: Escucha siempre, habla poco y obra bien.
Para que devuelva bien por mal, solo así, el masón encontrará la verdad.
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