Por: Julio Torres
Masonería frente al espejo, o un masón frente a un espejo, cierto es que parece lo mismo, pero no es así, claro que es válido pensar que es lo mismo, pues, la masonería lo que persigue inicialmente es que el masón sea capaz de juzgarse frente a un espejo.
El objetivo de los tres primeros grados es solo ese, que el masón iniciado logre por medio del estudio y conocimiento a través de la simbología utilizada el encuentro consigo mismo.
El reto es colocarnos frente a un espejo y descubrir no solo con exactitud los rasgos fisonómicos de nuestra cara, es penetrar hasta el fondo de nuestra alma para saber como es.
En nuestra vida, con gran facilidad el auto engaño aflora, con ligereza afirmamos que somos los mejores hijos, o los mejores padres y no permitimos que alguien se oponga a nuestro juicio.
El problema no solo se presenta en las personas poco preparadas o estudiosas, este es un problema general, todo ser humano padece el síndrome del juicio del espejo.
Y entonces, ¿Que hacer para superar lo que no nos atrevemos a reconocer o aceptar?, esa realidad que el espejo nos presenta, cualquiera que esta sea, es determinante.
Invito a quienes esto leen, que se armen de un poco de valor, y se sienten frente a un espejo, inclusive de manera privada, y anoten en una hoja de papel, por lo menos el color de sus ojos.
Solo unos instantes son necesarios para sorprenderse, ahora la nariz, y la boca, y los labios, las cejas, pestañas y el resto se convertirán en una gran sorpresa.
No hay imposible para los masones, ya que esta es la primera de las sorpresas que habrá de entender y superar desde el momento en que es recibido en una logia.
Las herramientas que se le entregan, le permite no solo entender, sino diagnosticar los caminos necesarios para superar cualquiera que sea, el obstáculo que encuentre a su paso.
Se hace necesario, que el masón sea capaz de conocerse a si mismo, de otra suerte va a ser muy difícil que pueda pensar en la fraternidad que pregona.
Si se quiere ser fraterno, es indispensable conocerse a si mismo, puede ocurrir que yo pienso que soy muy fraterno, porque ayudo a toda persona que se acerca a pedir ayuda y lo hago.
La fraternidad no es ayudar, la fraternidad es ejecutar acciones en beneficio de nuestros semejantes, cualquier otra acción se define como caridad.
Nuestros semejantes no necesitan caridad, muchas veces lo que buscan es el consejo o la idea para solucionar aquello que les aqueja, y nada tiene que ver con la caridad.
Cierto que el masón es caritativo, o lo intenta, pero, caridad y fraternidad son dos cosas distintas y esa diferencia solo se puede entender si nos conocemos a si mismos.
Entonces, ¿como puedo conocerme? ¿Qué es lo que debo hacer? Y la respuesta es simple, preguntemos al espejo y ver si me puede decir como soy.
Es una lástima que los espejos no hablan como el de la madrastra de Blanca Nieves, entonces el reto sigue siendo, el trabajo personal a implementar para encontrar la verdad
El día que descubrimos nuestra imagen física, es solo el primer paso, ¿como podemos aspirar a conocer a nuestros semejantes, si no nos conocemos a nosotros mismos?
Es posible que al momento de lograr ese conocer personal, cuando ya estoy seguro de mi apariencia física, la posibilidad de conocer a cualquier otra persona es un hecho.
Se puede pensar que la masonería examina a los masones en este tema, lo curioso es que no existen exámenes como tales, recordemos que la masonería no funciona con dogmas.
La masonería trabaja con mónitas, que es el poder del análisis, el masón analiza cuanto tema llega a sus manos, solo por medio de la duda de cuanto llega a él, es que logra entender los mensajes.
Todo cuanto se analiza debe ponerse en duda, de otra forma nunca se llega a la verdad.
Alguien dijo que la verdad os hará libres, entonces, busquemos la verdad en primera instancia, el resto vendrá solo.
De manera que al conocerme encuentro mi verdad y eso, solo puedo conseguirlo con la dignidad de colocarme frente a un espejo. Los invito a buscar el juicio del espejo ahora.
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