viernes, 10 de junio de 2011

<Por: Julio Torres>
Característica de los seres humanos es que respondemos casi de manera automática a invitación por personas no conocidas, pero la curiosidad termina por ocupar la delantera para aceptar muchos tipos de incitaciones.
Reconozco que la invitación que recibí hace ya casi tres décadas para ingresar a la masonería, cumplió mis expectativas, y prueba de ello es que me mantengo en la orden hasta estos días.
Poco a poco, me fui enterando de cada uno de los temas que ahí se desarrollan de una manera especial, cuesta un poco de trabajo digerirlo, pero, felizmente a estas alturas me felicito de haber aceptado dicha invitación.
Fui invitado a la masonería por un amigo cercano, muchas fueron las sorpresas vividas que al hacer una retrospectiva resulta muy excelente la decisión, y lo que me ha servido en la vida cotidiana.
Muchas veces he pensado que este es un conocimiento digno de difundirse masivamente, solo que no estoy seguro del éxito, el trabajo de esta orden no es cualquier cosa, ya que su historia se remonta a mas de cinco mil años.
Tratar de resumir un conocimiento milenario se convierte en proyecto complicado, y hasta imposible, porque el aprendizaje depende de cada masón, esa es parte de su etiqueta de liberal.
La mujer también ha hecho incursiones, y lo está haciendo a la fecha en muchos lugares del mundo, porque también ellas son propensas a esa curiosidad y en lo personal lo celebro, sostengo que  lo que es bueno para los hombres, no tiene porqué ser malo para ellas.
La diferencia entre la enseñanza tradicional y la enseñanza masónica, es simple,  históricamente hemos recibido enseñanza dogmática, porque así se estableció desde siglos atrás.
La enseñanza masónica es por medio de mónitas, nada escapa al masón por la simple razón de que nada acepta sin el escrutinio adecuado, nada aceptará sin un análisis adecuado, la masonería no tiene dogmas.
No intento descalificar o calificar los sistemas educativos que se han implementado históricamente, en su tiempo, las enseñanzas pitagóricas marcan sin lugar a dudas, el inicio de un sistema de auto conocimiento.
Cuando aceptaba a un nuevo alumno, los primeros cinco años ese estudiante, sin derecho ni siquiera a permanecer dentro del aula, se mantenía fuera y solo podía escuchar, no tenía permiso de preguntar.
Cuando su aprovechamiento subía un nivel, se le permitía solo preguntar, y años después  obtenía el derecho más amplio, etiquetado como maestro, ya podía preguntar, comentar y opinar.
Con ese sistema se creó lo que adquirió el título de enseñanza por iniciativa, pero este tipo de enseñanza es mucho más exigente, porque el límite lo determina cada alumno, pues la disciplina es absolutamente personal.
 A nadie hay que mostrarle calificaciones, nunca existe engaño, porque el engaño solo se circunscribe a uno mismo, a nadie más.
Desde tiempos de Salomón se inicia este tipo de enseñanza, se basa en los dos aspectos fundamentales,  civiliza y educa, compromisos fundamentales de todo gobernante.
Esa educación no es que cuide solo buenos modales, su educación estará cimentada en el respeto a una disciplina de organización, no es otra cosa que el respeto firme y efectivo a las leyes que todo habitante practicará.
El buen desempeño del engranaje social, solo se logra cuando se da a cada quien lo que a derecho le pertenece, siempre que todos sus habitantes respeten la ley de arriba y abajo en la pirámide social y cada uno en su nivel.
Esto solo es una mínima parte de lo que he aprendido en esta institución.

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