Cuando iniciamos una actividad que nunca antes hemos experimentado,casi siempre pareciera que estamos acostumbrados a sufrir la experiencia de algo amargo y la verdad es que parece una norma establecida de alguna manera.
Se dice que lo amargo de la vida es más frecuente que lo dulce, basta con revisar algunos acontecimientos no importantes y por sistema recordamos lo amargo, como si nuestro sistema de memoria estuviera programado así.
Cuantas veces nos han dado a degustar algun vino generoso, o de mesa como se le conoce,y lo que provoca es un leve malestar por que tal vez no estamos en el mejor momento de degustarlo.
Sin embargo,un asunto como este se resulve de manera sencilla, basta con beber un poco de agua simple y el malestar desaparece casi como acto de magia y con solo un poco de bebida dulce el asunto se soluciona en su totalidad.
Creo que en este momento podemos acomodar la secuencia que va a quedar grabada en nuestra mente para siempre,primero beber un poco de agua dulce,apenas una pequeña cantidad que nos permita apreciar esa dulzura.
En seguida toca el turno a una bebida amarga,sería bueno que fuera lo suficientemente amarga con el fin de evitar su olvido,al final de cuentas así sucede siempre.
La ventaja es que todo el sabor amargo desaparece bebiendo agua simple,agua cristalina con la pureza que solo el agua puede proporcionar,no debemos olvidar que el agua simple está calificada como el gran disolvente.
Lo anterior se presenta en ese orden por lo siguiente:Las cosas dulces por naturaleza son pequeñas y muchas veces efimeras, como si así hubieran sido fabricadas para que sean valoradas en su exacta dimensión.
Un ejemplo tal vez temerario sería comparar el efecto que se produce en la relación sexual, es tan pequeño que esa experiencia perdura indeleble.
De manera que la dulzura que disfrutamos en la vida,siempre corre el riesgo de convertirse en amargura y existe el peligro de que el agua que se pueda beber,se convierta en veneno.
Esta es una de las grandes enseñanzas que la masonería tiene diseñada con el único objetivo de hacer que el masón comprenda que en la vida va a tener que resistir más amarguras que dulzuras.
Si la intención del masón carece del amor a la humanidad como lo estipula el principio fundamental de la razón de su existencia, nada tiene que hacer en las filas de los hombres libres y de buenas costumbres.
Punto fundamental entonces será tratar de comprender el significado de lo amargo en su ingreso a la orden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario