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miércoles, 15 de junio de 2011

Masonería y misticismo

mejores hombres para cada actividad social

Por: Julio Torres

Nada impide que la masonería se encargue de analizar todos los temas que a cada masón se le ocurre que debe plantearse, y el misticismo es uno de ellos, nada queda a la deriva.

Esa es la forma que encuentra el masón para ejercer su libertad no solo de pensar sino de actuar ante la circunstancia que se presente dentro o fuera de logia.

Mucho se especula en función de que el masón está en contra de la religión, inclusive con cualquiera de sus manifestaciones, solo que el no conocer el trabajo masónico es lo que incita a la calificación a la ligera.

Solo existe una diferencia entre la masonería y las religiones y esta es en el sentido de los dogmas, pues, toda religión finca su enseñanza en el aprendizaje de los dogmas como acto de fe.

Contrario a lo que la masonería solicita de cada masón, que es el compromiso de la libertad, es decir, que el masón va a ejercer su libertad de la manera más sencilla, que es dudar para analizar todo aquello que recibe como enseñanza.

Solo por poner un ejemplo: toda religión exigirá que el catequizado acepte sin discutir alguno de los conceptos dictados por la fe, y el masón ni siquiera es catequizado.

La libertad que todo ser humano debería tener es ejercer su libertad de analizar, discutir, polemizar, y después de encontrar una respuesta todavía someterla al juicio del sentido común.

Asunto que de ninguna manera acepta religión alguna, todas ellas establecen el principio de aceptación sin discusión para hacer del rebaño un remanso de paz y buena voluntad.

Muchas veces he manifestado que el masón es más religioso que el mejor de los religiosos en razón de que la religión del masón siempre será por convicción y nunca por acto de fe.

No olvidemos que en este mismo espacio he reproducido parte del “manifiesto del congreso de Lausana” que se llevó a cabo hace más de tres siglos, donde se establece como requisito para ingresar a la masonería, la aceptación de la existencia de un creador de todo.

Ese creador de todo lo autentificamos como el gran arquitecto del universo, por lo tanto, no existe diferencia o se contrapone a cualquier filosofía antigua o moderna.

De manera que el misticismo entendemos ahora que es parte del ser humano y que cada individuo lo va a entender por medio de su libre albedrío y no solo por acto de fe.

Por lo menos creo que eso sería lo más aceptable y entonces que cada religión dejara actuar con esa libertad de comprender a la divinidad como mejor lo entienda y solo entonces adquirir la firmeza de decirse hombre libre y aunque místico, pero libre y de buenas costumbres.

sábado, 12 de marzo de 2011

Masonería, misticismo y raciocinio

Por: Julio Torres

El misticismo que la masonería practica, no es el misticismo  en el sentido católico, sino en el sentido de los antiguos misterios, para concentrarse y olvidarse del mundo,  hasta lograr conectarse con su ser verdadero.

Pero, para dedicarse a esta importantísima labor, tiene que darse cuenta de lo que es el hombre, y de sus posibilidades en el medio que lo rodea.

Debe entender tres características divinas: capacidad de sentir, capacidad de raciocinio y capacidad para tomar acción, y con ello obtener su propia salvación.

Habrá de separar el sentir del concepto sensiblería o sentimentalismo, y hasta lo que es la pasión para señalar con este concepto, el sentido propio como facultad humana.

El sentir nos capacita para darnos cuenta de nuestra propia existencia, y por lo tanto, para razonar y accionar como factor fundamental del libre albedrío.

Donde no existe el libre albedrío, no hay moral, ni responsabilidad, ni ideales, ni inteligencia, ni verbo, es decir, nada de lo que entendemos como nuestra vida moral y espiritual.

Entendemos por sentimiento en sentido figurado, ya no la facultad de sentir, sino las emociones del ser consciente, o sea el yo con mi propia personalidad.

Por el sentir, entendemos que sentimos miedo, orgullo, vergüenza, dolor o placer, pero,  sentimos el más excelso de todos los sentimientos: el amor.

Los sentimientos constituyen la fuerza motriz para la acción, y a medida que lo experimentamos más intensamente, más activos somos, contrario al hombre apático.

El raciocinio es la facultad de hacer abstracciones, o ideas de lo que se percibe mediante instrumentos corporales, que llamamos sentidos para reconocer, interpretar y juzgar ideas.

Pero el raciocinio requiere de palabras, para denominar los juicios a que llegamos, pues gracias a esta denominación de las ideas abstractas, logradas por el verbo, el hombre desarrolla su raciocinio.

La acción es la aplicación del raciocinio a las manifestaciones de la energía, este privilegio del hombre, lo capacita para romper conscientemente la natural sucesión de estas manifestaciones.

El raciocinio, es la facultad que nos capacita para juzgar la bondad y eficiencia de nuestros actos, que pone un freno a los impulsos de nuestros sentimientos.

Así es como el hombre tiene su destino en sus propias manos, es consciente de su existencia por el sentir, puede planear una vida mejor con su raciocinio.

Por el sentir, puede planear una vida mejor con su raciocinio y puede ejecutar sus proyectos, por medio de su acción, y dispone de la fuerza o dinamismo necesario para lograrlo con sus sentimientos.

Es por eso que sentir, raciocinio y acción, resultan ser los dones divinos, los cuales, bien entendidos y bien aplicados, harán de la humanidad dueña feliz de la tierra.

Lo fundamental es que todos los conceptos que en masonería se estudian, puedan ser aplicados en la vida diaria, y entonces habremos cumplido con nuestro deber.