Pareciera que una
flor que curiosamente es conocida como pensamiento, comprendiera tal
definición, si observamos, se muestra distinta a una buena parte del abanico
floral que la naturaleza nos hace favor de regalar a diario y sin pedir nada a
cambio, sabe que nosotros somos capaces de investigar y juzgar, muchas veces me
parece observar que cuando le hablo a la flor, ella me obedece al impulso que
le prodigo.
Hasta parece que
posee determinada inteligencia, como si a ella se le hubiese entregado la
facultad de recibir las impresiones de los sentidos, que le permiten comprender
y combinar los actos que satisfacen sus necesidades, vamos, como si esa
maravillosa flor mostrara una inteligencia similar a la nuestra y no actuara
simplemente por instinto como si fuera un resorte conservador de su existencia.
Nosotros, los seres
humanos, poseemos la razón junto con la inteligencia y el instinto, podemos
elevarnos de lo concreto a lo abstracto pues comprendemos la naturaleza de las
cosas y nos sometemos a la causa que produce eso que describimos como razón, inclusive
logramos estudiarnos a nosotros mismos, por medio de la contemplación de lo
creado, permitiendo encontrar la verdad que destruye los errores de la
intuición y los sofismas de la inteligencia.
También creamos las
ciencias y las artes arrancando a la naturaleza sus secretos, ese es el
patrimonio de los seres humanos y gracias a ello podemos ver en todas las cosas
lo real, lo ideal y la causa que los produce, de ese razonamiento surge un
término que simplifica las cosas y lo definimos como facultad dual, es decir,
que comenzamos a comprender lo que es el instinto y el afecto como una manera
sencilla de diferenciarnos de los animales.
Sin embargo, parece
que no comprendemos bien la lección, nos entregamos a gobiernos que se
atribuyen todo y declarando que somos niños que requerimos ser tratados como
rebaños, pero no son los gobiernos los culpables sino que encuentran seres
humanos dóciles que se dejan gobernar porque encuentran ignorancia, apatía y
egoísmo en los ciudadanos y forzosamente tienen que torturarlos y hacerlos
marchar aun a su pesar, pues todo el que adquiere mando, casi siempre tiende a
la tiranía.
La masonería quiere
que las masas se eduquen particular y en grupo, los pueblos ilustrados no
consienten tiranos y sí ayudan a sus buenos mandatarios en sus difíciles
tareas, de nada sirven los buenos gobernantes con las más sanas disposiciones
si sus gobernados se oponen a ellas, su ignorancia no les permite comprender o
su apatía y egoísmo les encierra en un círculo de pereza e indiferencia.