Por: Julio Torres
El juez interno es tal vez más implacable que cualquier juez de un sistema judicial porque en este caso no existe aportación de pruebas ni declaraciones falsas que parecen buenas y viceversa.
Son tres los ingredientes necesarios para descubrir a ese juez que llevamos dentro y al cual difícil mente podemos engañar, ellos son: la conciencia, el alma y la lealtad.
En un reporte sobre el asunto llegamos a la conclusión de que, el modo de comportar nos está definido por eso que definimos como conciencia.
Luego hablamos de lo que entendemos como alma, que es lo que define la personalidad que asumiremos en esta vida desde su inicio y hasta la muerte.
Completamos la triada con el concepto lealtad, que sin ella, sería imposible funcionar de manera acorde a las circunstancias para buscar el bien de la humanidad que es el proyecto fundamental para el cual obtenemos esta vida.
Violar el mandato de alguno de estos tres elementos resulta claro que las cosas fracasarán o simplemente el resultado va a ser desastroso y el avance se convierte en retroceso.
Todas las religiones insisten en fijar lineamientos para el comporta miento de las personas, solo que diseñan reglas que muchas veces buscan fanatizar a sus feligreses y cuando lo logra, lo que obtienen son personas totalmente de pendientes.
Cuando el virus del fanatismo ataca a las personas, éstas pierden el poder de decisión, lo cual equivale a la dependencia absoluta de los jerarcas que no siempre es adecuada.
Es por eso que tomé la decisión de tocar el tema del juez interno para describir cual debe ser en realidad la forma de comportar nos ante la vida, sin fanatismo y sin dependencia.
Si la conciencia es la que determina el caminar entre el bien y el mal, y el motor que nos mueve a hacer las cosas es esa alma que nos fue entregada al nacer, entonces será fundamental una lealtad a toda prueba tanto para la conciencia como para el alma.
Por fortuna al juez interno es muy difícil engañarlo, y cuando tomamos conciencia de la presencia de dicho juez es que ya estamos listos para enfrentar cualquier empresa por complicada que parezca.
Ese juez que ahora nos ocupa es quien va a determinar si lo que hemos hecho este bien o esta mal y cuando entendemos los lineamientos que ese juez nos marca es que ya estamos listos para emprender tareas más audaces y temerarias.
Pensaremos ya en la forma de generar riqueza, de elegir a las personas adecuadas para cada actividad que requiera la comunidad, de luchar en verdad por el bien de la humanidad.
Libertad de empresa y libertad de comercio, tal vez se pueda hacer realidad en algún momento para beneficio de la humanidad, convirtiendo esa idea en el equilibrio social que tanta falta hace en el mundo.
Busquemos a ese juez interno, vale la pena conocerlo, os lo aseguro.
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