miércoles, 1 de diciembre de 2010

Masonería y la duda

Por: Julio Torres

La duda y la curiosidad, ni duda cabe que es la gran herramienta del aprendiz masón para descubrir la verdad, y ella, la verdad es lo que formará al masón libre.

Parece que el concepto libertad genera muchas dudas en la mente de todas las personas en razón de que esa idea tiene muchas aristas.

Hablar de libertad es como hablar del aroma de la rosa, cada uno de nosotros emitirá su versión de cómo hu ele una rosa, inclusive lo que ese aroma produce en el fondo de nuestra alma.

La curiosidad entonces se complementa de maravilla con la duda, ya que el deseo de conocer y enterarse solo se puede implementar por medio de la curiosidad.

En la masonería a este fenómeno se le conoce como duda filosófica, por lo que, esa duda filosófica adquiere el título de primer reto que cada aspirante habrá de resolver en su momento.
El premio que se obtiene al razonar esa duda filosófica es nada menos que el primer paso hacia la comprensión del yo interno, a la verdad interna que siempre se encuentra oculta por las enseñanzas en casa y en el entorno social.

Cuando razonamos esa duda filosófica, simplemente abrimos la puerta hacia un mundo nuevo, un mundo lleno de sorpresas, un mundo que nos permitirá ser mejores.

Esa duda filosófica es la que hace que seamos mejores padres, mejores hijos y mejores esposos, y entonces, con ese saber, comenzamos a entender a nuestros semejantes.

Este proceso se define también como “mónita” que se traduce como advertencia privada, que no es otra cosa que la astucia practicada con amabilidad y halago.

La práctica de trabajar con mónitas, es la manera como la masonería logra que el saber del masón adquiera una personalidad, ya que nada se enseña a la fuerza.

Recordemos que en la enseñanza tradicional todo se enseña con dogmas, y en la masonería es por mónitas, esto significa que cada masón aprende a su velocidad.

Bajo este principio entonces, afirmamos que cada masón va a aprender a su velocidad y nada ni nadie podrán obligar una aceleración no deseada, esa es la verdadera libertad.

Entonces, hablar de libertad, es hablar de curiosidad y por lo tanto, es hablar de la duda filosófica, y así, esos tres elementos: libertad, curiosidad y duda, se convierten en la triada perfecta para buscar la felicidad sin fanatismos.

Recomiendo el siguiente enlace que en lo personal me ayuda mucho para entender como soy en realidad internamente, os lo recomiendo.

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