Por: Julio Torres
En efecto, el nombre Zabulón significa Morada de Dios y como esta morada no es otra cosa que la conciencia, es muy importante limpiarla de fanatismo y la superstición.
Limpiar la conciencia del fanatismo y la superstición es para que sea digna de su creador como el masón lo es de la verdad, el fervor y la constancia.
Cuando Zabulón mueve la piedra que ocultaba la entrada a la bóveda por medio del anillo de hierro que servía para alzarla aunque con esfuerzo entiende los emblemas.
La inmensa piedra significa la ignorancia, la preocupación y las malas pasiones que cierran el paso a la verdad.
Y la unión de quienes le ayudaron a mover dicha piedra significa el esfuerzo que se debe hacer para salvar de esos males al resto de los hombres.
Dichos esfuerzos serán infructuosos si no nos reunimos con el vínculo indisoluble de la masonería.
El simbolismo de la columna de bronce erigida por Henoch, y que sobrevivió al diluvio, es la institución de la masonería, cuyos templos propagan la ciencia y las artes.
El germen del honor y la virtud que existen en el corazón humano es parte también del simbolismo que encierra la columna de bronce.
La bóveda tantos siglos desconocida para el mundo y en que se encerraba el más inestimable de los tesoros, es aquella misma verdad que los ignorantes, los hipócritas y los ambiciosos desterraron de la faz de la tierra.
En las entrañas de la tierra se escondían nuestros padres huyendo de los pueblos, engañados por reyes asesinos, tiranos y verdugos.
Allí, en secreto, adoraban al verdadero Dios, y transmitieron a los iniciados los principios inmortales de la dignidad y grandeza humanas.
El delta de oro cuya refulgencia ilumina la piedra cuadrada de mármol, en que están inscritas cuatro letras que forman el verdadero nombre de Dios, letras que no podéis leer sino una por una:
IE HO, VA, H, son alegorías del creador y lo creado; el delta es Dios, el cuadrado de tan bellas proporciones es el universo.
Le caracterizan los cuatro elementos, las cuatro estaciones y los cuatro puntos cardinales, es el gran libro de la naturaleza.
En ese libro de la naturaleza, en cuyas páginas está grabado el nombre que se busca, en el se puede leer durante el día y durante la noche, con los ojos del cuerpo y los del alma.
La consigna será entonces que para sostener eternamente la libertad en Israel, Zabulón, Johaben y Stolkin, se contaron entre los fundadores de la libertad.
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