Por: Julio Torres
Una de las interrogantes que desde mi ingreso a la masonería fue prioritario en las preguntas que ponía sobre la mesa, fue nada menos que el concepto fraternidad.
Recibí, como son naturales tantas respuestas, como maestros existían en la logia que me adoptó, y admito que mis dudas crecieron en la misma razón, y como niño de tres años, simplemente me quede con la duda.
Pasaron algunos años y recibo el grado de maestro, cuando esto ocurre, vuelvo a poner sobre la mesa una vez mas la pregunta ¿Qué es la fraternidad? O ¿Cómo es la fraternidad?
Las respuestas recibidas resultaron similares, o en el mismo tenor, de manera que eso me obligó a trabajar en la búsqueda de la respuesta tan buscada.
Algunas veces actué de la forma que me indicaron mis maestros, ya entregaba por aquí un donativo para sentirme fraterno, otras veces buscaba a indigentes para otorgarles algún regalo y creo que eso me hacía sentir bien.
Lo cierto es que ninguna de las actividades “fraternas” que me indicaron debía practicar, me resulto poco convincente o por lo menos aceptable y mucho menos me hacía sentirme bien.
Hasta que un día me invitaron a una logia fuera del círculo habitual, y mi sorpresa fue que al otorgar la palabra de manera general, me pidieron que expresara con toda libertad lo visto y oído en la tenida a la que estaba por terminar.
Debo admitir que esa invitación me tomo por sorpresa, pero, había que decir algo, hacer un comentario que cumpliera con las expectativas de quienes me invitaron a la tenida.
Comencé entonces a tratar de explicar lo recibido en esa tenida, y sin sentirlo, de momento me encontré exaltando cada uno de los acontecimientos ocurridos durante dicha tenida.
Como me resultaba un tanto difícil de concluir sin haber preparado algo al respecto, dado que la sorpresa fue grande al concederme un lugar de privilegio, con esos hermanos hasta el momento desconocidos.
Como el desarrollo de la tenida fue muy rico en conceptos y trabajos leídos y entregados, es cuando sin sentirlo descubrí que en realidad eso era la fraternidad.
Así es, no hay mejor fraternidad que colocar sobre la mesa una serie de conocimientos y experiencias que cada participante tiene la libertad de tomar lo que se supone le sirve.
Pero lo más importante es recoger esos conocimientos, y aplicarlos ese mismo día, o al día siguiente en el mundo profano, es decir, en la vida diaria, dentro o fuera de su familia.
Ahora puedo comprender a que se refiere el concepto libertad, o el concepto hombre libre, que a manera de titulo, se me otorgó desde el momento que ingresé a la masonería.
En efecto, ser hombre libre, mezcla la manera como debo aplicar los conocimientos adquiridos en logia, y la manera en como explico mis puntos de vista para entregarlos al resto de hermanos.
Entonces, que mejor ejercicio fraternal que entregar y recibir conocimientos, libres de toda pasión u obsesión para ser utilizados dentro y fuera de logia, y en lugar de entregar unas monedas al necesitado, se entregan respuestas.
Entregar respuestas es entregar sabiduría, entregar sabiduría es entregar herramientas para el trabajo diario, que a la postre recogeremos el triunfo.
Muchos son los mensajes de nuestros antepasados para explicar esto: “no dar pescado para comer, es mejor enseñar a pescar” Parece que el rey Salomón solo pidió sabiduría, nunca pidió riquezas.
Por lo tanto, seamos fraternos, entreguemos conocimientos, sabiduría y amor a nuestros semejantes, esa es la verdadera fraternidad, si servimos, si servimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario