Por: Julio Torres
Atacar a las instituciones deficientes y a los malos gobiernos es el argumento que paraliza el progreso, pues, solo por la razón se eleva el hombre que por su trabajo físico, moral e intelectual crea las riquezas.
Quien no lucha contra el mal y los que lo fomentan, no merece llamarse hombre, toda gran empresa esta llena de peligros, ninguna es superior a los recursos de la inteligencia.
El que carece de ingenio, fracasa como estrellado en un gran muro, pero el que anima la verdad y el valor de sostenerla, sale victorioso.
Cuando existe confusión en los gobernantes, es cuando surgen los monopolios, lo que acarrea la ruina para la nación que lo otorga y dictan leyes que empobrecen.
Primero se permite ese monopolio por el que conceden privilegios, principalmente los fiscales, y eso deja al pueblo sometido a la explotación y así, se oponen a su adelanto.
En segundo lugar, no solo atacan la fuente de riqueza, sino que quitan el modo de vivir a otros industriales, detienen la actividad y anulan el beneficio del trabajo.
Los monopolios atraen el hambre, que devora principalmente al proletario o a la porción más numerosa de los habitantes.
Los hombres de buena fe, piden a los gobiernos que den trabajo al obrero, pero más bien lo que deben reclamar es la abolición de las malas leyes, que le hacen improductivo y alejan de las empresas a los especuladores.
En las naciones civilizadas no se muere de hambre, lo impiden fundando casas de socorro y hospitales, pero todas sus providencias muchas veces resultan ruinosas fomentando la empleomanía.
Es bueno entender que en los países civilizados no se muere de hambre inmediata, muere lentamente por las privaciones y fallecen los más honrados, por los trabajos excesivos a lo que los obliga la educación moderna.
El matrimonio como tal, desaparece paulatinamente porque los hombres dudan de tomar a las mujeres por esposas a pesar de la virtud que las sublima, temerosos de carecer de los medios de hacerlas felices y alimentar a sus descendientes.
Lo anterior es causal de la prostitución, por desesperación o mala dirección, son miles de necesidades que la asociación humana ha creado y permite a los gobiernos el ataque a las fuentes de la riqueza.
La masonería propone: la libertad completa del trabajo y de la industria para que no se pierdan las fuerzas productivas.
La asociación de los trabajadores asegura la ganancia y multiplica la riqueza, porque es malo que las calles estén llenas de vendedores, que descansan muy poco.
Algunos de ellos viven en la miseria y mueren de males crónicos, resistiendo solo quienes poseen condición física privilegiada.
Es muy importante que se asocien, y con la octava parte de ellos, sobra para la conducción y la venta, viajaran en buenos carros, mientras que los otros, arrendaran una o más fincas, cuidaran de las reses y podrán sembrar y cosechar frutas y legumbres.
Pueden producir también el resto de los artículos que se consumen en las ciudades, y se asombraran ellos mismos de dedicarse en tanto numero a igual industria.
Esas tierras se cubrirán de huertos, beneficiados por pequeños grupos o familias, que vivirán en la abundancia, la naturaleza ha concedido al ser humanos “el poder de la inteligencia”
El derecho a la vida, debe estar unido a la utilidad y la necesidad de la división del trabajo, que es lo que pretende enseñar la masonería, pero todavía hay más, le invito a seguir este tema en una próxima entrega.
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