Por Julio Torres
Se dice que la conciencia es el guía que siempre buscamos, porque de ella depende en gran medida nuestro comportamiento.
El estudio de la conciencia nos conduce a nuevos símbolos y sublimes conocimientos de la filosofía que nos conducen a la comprensión de nuestra propia naturaleza.
Cuando de un modo claro y demostrable, o por abstracción, el hombre se estudió a si mismo y al mundo, descubrió los efectos de las causas y los reclamos de la intuición le forzaron a separar el bien del mal, lo cierto de lo falso y lo justo de lo injusto.
Parece algo secreto y sin embargo no lo es, lo tenemos frente a nosotros, como si fuera un maestro que pretende ser secreto, pero no es otra cosa que la conciencia humana.
El estudio de la conciencia humana es base fundamental para aprender a conocernos a nosotros mismos y constituye las bases del deber y del derecho.
Una definición de conciencia es la capacidad intuitiva, sujeta a desarrollo y perfección por medio del raciocinio y la experiencia de conocer el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
La conservación del individuo y de la especie humana, depende en gran medida de la perfección que se logre, en la forma de utilizar ese poder llamado conciencia.
El ser que ocupa el eslabón mas evolucionado en la gran cadena zoológica, esta dotado de facultades muy especiales que lo distinguen porque posee inteligencia.
Puede reflexionar, analizar el bien y el mal y escoger el bien para su felicidad y progreso, comprende su propia existencia y su libertad para determinar lo que es bueno y lo que es malo.
La conciencia y la inteligencia funcionan en perfecta armonía, ya dijimos que la conciencia indica lo que es bueno, y en los actos del pensamiento la inteligencia es una palanca poderosa que ayuda a la conciencia.
Por lo tanto, cuando logramos que la conciencia y la inteligencia trabajen en armonía, se facilita y se ennoblece la obra porque se analiza el sentimiento.
Entendemos entonces, que esas dos grandes facultades colocan al hombre en aptitud de ser feliz y de ser útil, y ahora sí, ya estamos más cerca de conocernos en verdad.
La masonería es enemiga de todo egoísmo, la masonería quiere el bien de todos, la dicha y el progreso general de todos los seres humanos.
Cuando se colocan los elementos que la naturaleza nos dio, al servicio exclusivo de mi yo interno, me convierto en egoísta e improductivo, de manera que la masonería nos indica: “Perfecciónate para provecho propio y de tus semejantes.
El progreso individual es necesario para el adelanto de la humanidad, es por eso que los masones trabajamos por el bien general de la humanidad.
La conciencia es fuente del conocimiento reflexivo, es el más elocuente auxiliar del hombre, porque le traza el camino por el cual puede llegar a ser útil a sus semejantes, labrando su propia dicha.
¡Pobres de los que no escuchan la voz de la conciencia!
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