Por: Julio Torres.
En primer lugar debemos buscar la riqueza mediante educación y civilidad para descubrir lo que persiguen las escuelas teológicas y metafísicas, que solo ofrecen al sabio un cuadro lastimoso de religiones contra religiones.
Esas escuelas también enfrentan a las filosofías contra las filosofías, por fortuna renunciaron a las ciencias físicas porque las consideran indignas y no se doblegan a sus fanáticas hipótesis.
Lo que origina que un pueblo quede sumido en la miseria se reduce a dos causas muy simples de reconocer, pero complejas para encontrar soluciones parciales o definitivas.
Casualmente el objetivo se maneja desde el poder porque se opone a utilizar los recursos que están a su alcance: La civilidad y la educación.
La masonería escocesa estudia el mundo orgánico y el inorgánico, nunca busca el dato de una intervención sobrenatural y hace de las ciencias materiales y sociales una filosofía positiva.
Extrae de las ciencias materiales y sociales el arte maravilloso de garantizar el deber y afirmar el derecho.
El grado de civilidad y educación de un pueblo es la suma de conocimientos que acumulan los hombres más hábiles, luego, la dirección que toman sus estudios, o a la materia a que se refieren sus conocimientos.
Deberá generalizar y difundir esos conocimientos, pero todo debe hacerse con un orden que asegure la paz, que garantice el ejercicio de los deberes y derechos.
El deber supone la existencia de un derecho y viceversa, ambos nacen de la naturaleza, son recíprocos los deberes y derechos. ¿Pero entonces que es lo que ocasiona la miseria de un pueblo?
Primero tenemos que acumular la riqueza, es decir, primero cubriremos las necesidades materiales de los habitantes, Que cada quien tenga lo que le pertenece.
Después el modo de aprovechar al máximo esa riqueza por medio de la educación, pero la educación necesaria y efectiva, una educación justa y perfecta.
Una educación defectuosa, atrae los vicios y las pasiones del poder constituido y las condiciones materiales del país, prolongan la ignorancia y se oponen al progreso.
De tal suerte que, un pueblo puede ser todo lo civilizado que se quiera, pero una educación defectuosa contribuye a que la tan temida miseria termine por agotar las estrategias para evitar esa miseria.
Muchas veces, el orden y el progreso se miran como antípodas cuando que debían ser inseparables, el orden es el conservador del progreso y la paz pública, es la herramienta para asegurar ese orden.
Es por eso que la masonería dice que un pueblo civilizado, solo tiene que cuidar que se imparta una buena educación para garantizar los deberes y derechos de los ciudadanos.
El mandato sería obedecer estrictamente las leyes que rigen en la comunidad, y someterse a los acuerdos de la mayoría, utilizar la curiosidad para descubrir las causas que originan dichas miserias y la manera de remediarlas.
Una buena educación y una buena civilidad, siempre presentan la posibilidad de erradicar la miseria, civilidad y educación, es todo lo que necesita un pueblo para encontrar la felicidad.
Es muy importante que todos los ciudadanos, desde el gobernante hasta el último de los ciudadanos, cumplan cabalmente con civilidad y educación, que el fuerte no abuse del débil, que cada quien reciba lo que le pertenece y entonces, nunca pueblo alguno padecerá la miseria.
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