El motor fundamental
de todo lo que el ser humano ha descubierto se llama curiosidad, sin ella
viviríamos como hace miles y quizás millones de años, basta con imaginar el
descubrimiento de la rueda.
Esa curiosidad hizo
realidad el sueño de llegar a la luna, esa curiosidad nos ha entregado los
conocimientos del mundo en que vivimos, esa curiosidad nos permite comunicarnos
como lo hacemos ahora.
Por curiosidad
supimos que no es el sol el que gira, sino el planeta que hemos llamado tierra,
el planeta es parecido a una pelota que gira y gira para ofrecernos el día y la
noche.
El conocer ese girar
nos permitió medir el tiempo, las veces que cambia de día y de noche y
cuantificar los fenómenos repetidos para agrupar los días que forman semanas y
ellas conforman los meses.
Por curiosidad se
ingresa a la masonería, porque de entrada, nada sabemos de ella, sus mecanismos
de convocatoria son especiales y solo ingresando se puede entender de lo que se
trata, ningún texto contiene lo que la experiencia vivida nos entrega.
La masonería tiene
estructurado un mecanismo muy antiguo con el que muestra la razón de utilizar
la curiosidad como resorte impulsor de la búsqueda de la verdad.
Esa curiosidad es
fundamental en el alcance de los conocimientos y que ellos encuentren un hogar
en nuestras mentes que nos hace distintos al resto de los seres humanos, es
claro que cada masón entenderá la masonería a su manera.
En el camino también
surgen masones que no desean avanzar, o que piensan que ya avanzaron suficiente
y que nada hay después de lo aprendido, sin embargo, la curiosidad siempre nos
tiene preparados nuevos caminos.
Pero también existe
el peligro de caer en los brazos del vicio, claro que esa curiosidad que nos
envió directo a los vicios también la curiosidad dentro de la masonería
proporciona soluciones para erradicarlo.
Si la curiosidad nos
puede enviar directo a los vicios, también ella nos puede conducir a las
pasiones que no son menos peligrosas que los vicios, tal parece que vicios y
pasiones siempre van aparejados.
Concediendo sin
aceptar que en efecto la curiosidad mueve montañas, tal vez algo tenga que ver
el asunto de la fe, pero la fe también es cosa delicada, porque un acto de fe
mal encaminado puede ser tan destructivo como los vicios y las pasiones.
Lo importante es
encontrar los mecanismos que impidan caer en las manos de los vicios y las
pasiones, evitando que la fe ejerza un dominio absoluto y todo se descomponga.
La mejor manera de
utilizar la curiosidad es en la búsqueda de respuestas, por lo menos ese fue el
motor que impulsó a quienes nos antecedieron para los descubrimientos que ahora
hacen nuestra vida más placentera.
No estamos
equivocados al calificar a la curiosidad como la maquina que mueve montañas y
creo que no exagero, las dimensiones de los equipos utilizados en la carrera
espacial son verdaderas montañas que el hombre curioso ha construido.
Esa carrera espacial
ha entregado una serie de datos que no dudo serán utilizados por quienes
continúen la obra que implica mover montañas por medio de la curiosidad.
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