Por: Julio Torres.
No existe un campo común sobre el cual la
religión y la ciencia puedan encontrarse con algún entendimiento, ambas dan
evidencia de escudriñar la verdad, pero sin encontrarla, sin embargo, una u
otra, generalmente declara haber resuelto cualquier misterio bajo su
investigación.
En el campo del tema de la vida ninguna
de las dos ofrece una comprensión de su naturaleza ni son capaces de demostrar
su comprensión, por lo tanto, pretendo agregar otra conclusión a las
observaciones hechas en artículos anteriores donde hablamos del hombre “vivo” y
el hombre “muerto”.
Recordarán que encontramos que cuando la
vida abandona al cuerpo, en la llamada muerte, todos los elementos
“inmateriales” desaparecen al mismo tiempo, con la desaparición de la
consciencia, se van todo el poder y la energía que apreciamos en el cuerpo “vivo”.
Lo anterior nos conduce a pensar que con
la desaparición de la consciencia, se van todo el poder y la energía que hemos
visto en el cuerpo vivo, por lo tanto decimos, que la consciencia y la fuerza
vital o la energía vital están relacionadas, la consciencia debe tener mente, y
si la consciencia y la fuerza vital están relacionadas, entonces, la mente y la
fuerza vital están relacionadas y entran y salen del cuerpo.
Científicos han examinado cuidadosamente
cada célula de la composición material del hombre, existen muchos libros que de
esto hablan, se han desarrollado equipos técnicos muy sofisticados que permiten
examinar cada parte del hombre y cada punto ha sido estudiado con
responsabilidad.
Pero la parte “inmaterial” del hombre, no
ha sido examinada como la parte “material”, es más, en muchos tratados no se
menciona la parte inmaterial, ésta, se ha dejado en manos de los clérigos para
que ellos la expliquen de manera religiosa o a los filósofos que profundizan de
manera abstracta.
Creo que recordarán aquello de que: “Dios
creó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida y
el hombre se transformó en una alma viviente”.
Desde luego que la anterior declaración
escrita en el Génesis, el hombre fue formado del polvo de la tierra, esto se
refiere a la creación química y material del cuerpo humano, el sistema para
mantener la vida en nuestro cuerpo está basado en la exactitud de esta
declaración.
La filosofía declara que todo esfuerzo de
la mente o del cuerpo, desgasta continuamente algo de la composición material
del organismo humano, dice que debemos mantener determinada condición corporal
con el objetivo de conservar la vida, por eso es que comemos, digerimos y
asimilamos alimentos y líquidos que se encargan de conservar la existencia y el
crecimiento del cuerpo.
Experimentamos placer en el comer, muchos
de los actos necesarios de la vida son placenteros, generalmente disfrutamos
aquellos que son necesarias en la preservación de la especie, sin embargo, todo
indica que debemos evitar la perversión o la obsesión de los apetitos y deseos
naturales.
El dominio de los apetitos no debe actuar
en detrimento de las manifestaciones físicas ni espirituales, deben estar
equilibradas de acuerdo a una ley natural de armonía, asimilamos del alimento
muchas clases de substancias en variadas combinaciones, de esa forma cumplimos
con el precepto: “Dios creó al hombre del polvo de la tierra”.
Quiero dejar el tema hasta este punto y
continuar en el próximo reportaje en el que hablaremos del aliento de vida y de
como el hombre se transformó en “alma viviente”, espero su visita y hasta
entonces.
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