Por: Julio Torres.
Resulta sorprendente darse cuenta de que
aunque el cuerpo del ser humano esté físicamente completo al nacer en lo que
respecta a su estructura y órganos, aún necesite ese último ingrediente,
fuerza, energía o vitalidad esencial que se encuentra misteriosamente oculto en
el aire, para hacerlo un ser vivo.
La inhalación del primer aliento es como
prender el conmutador que hace funcionar una enorme máquina, la cual, antes de
que la corriente eléctrica entrara al motor, no tenía ningún uso, aunque tal
vez su montaje presentara una agradable apariencia.
Es muy necesario apreciar la relación que
guarda el hombre con el universo, esto se puede comprender fácilmente si cada
uno de nosotros recuerda o conoce el concepto que los biólogos tienen sobre las
más pequeñas células de vida.
Observar con un microscopio una célula
viviente, notaremos que parece flotar en el liquido en que se encuentra situada
sobre el cristal del microscopio, es tan pequeña que sin el microscopio no
lograríamos ver claramente ni siquiera la gota de líquido en que está la
célula.
Ante el microscopio la pequeña gota de
líquido se convierte en un gran lago, en el cual podemos ver muchas células
flotando, vemos que se mueven con determinada velocidad sobre el líquido, como
si fueran pelotas de goma flotando en la superficie del lago.
Un examen minucioso permite ver que las
células casi son transparentes y que vibran con una fuerza vital sin que se
pueda descubrir que y de donde procede esa fuerza, esa energía, y no queda más
remedio que calificarlo como fuerza divina.
Independientemente los biólogos saben que
las células están conectadas entre si pero, también se sabe que ninguna de
estas células podría vivir ni un instante si se le separa del líquido en el que
flota y tiene su existencia.
Todas las células respiran, beben y
palpitan con la misma energía vibratoria como una unidad, unidas en tal forma
que las hace individualidades no separadas, sino unidades verdaderas de una
sola masa, como lo enseña la biología.
La relación del hombre con el universo es
idéntica, aún en contra de nuestras creencias preconcebidas, no tenemos
individualidad separada en cuanto a nuestra existencia, todos estamos unidos en
este universo, como lo están unidas en una masa de carne, hueso o sangre.
Considero que con lo dicho en los
párrafos anteriores ya conocemos los términos: “Macrocosmos y microcosmos” que
se han empleado en la explicación de la relación del hombre con el universo y
el reto es mostrar que no es teoría solamente, sino realidad.
Muchos filósofos en sus escritos
antiguos, trataron de aclararnos estas cosas con sencillez, pero su lenguaje
oculto o simbólico ha ocasionado malas interpretaciones en algunos estudiantes
de ocultismo, que tratan de traducirlos literalmente.
En el hombre todo lo que es real en él y
de él es en verdad una parte del universo, en reportajes anteriores se dijo que
“el hombre es una alma viviente”, que su cuerpo no es la parte real de él, que
la materia es una cosa incidental en su existencia y que el espíritu, es la
fuerza que anima a toda la materia, es lo que realmente existe.
El espíritu no cambia, su naturaleza es
siempre la misma, pero las formas materiales, las estructuras físicas en las
que se manifiesta, cambian continuamente.
Pero el hombre es dual, él es un alma
encerrada en una forma material, por medio de la que expresa su personalidad
particular, y debido a lo particular del asunto expuesto, considero que es tema
del siguiente reportaje al que le invito cordialmente, hasta entonces.
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