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sábado, 3 de septiembre de 2011

Masonería y el mentor

En toda actividad se necesita un mentor, una persona que sabe más, una persona que esté dispuesta a compartir su sabiduría sin condiciones, una persona que esté presta a entregar lo que a ella le fue entregada por ser parte de la especie humana.
Es falso cuando alguien declara que no necesita un mentor, es falso afirmar que somos independientes, que nada necesitamos, que todo lo podemos lograr con esfuerzo personal.
Uno o varios calificativos se le adjudican a una persona que piensa o afirma que nada necesita, que todo lo sabe y que es autosuficiente, eso es una falacia que puede ser destructiva.
Para un mentor es muy importante conseguir que su protegido se conduzca con verdad y con razón, de su trabajo depende el éxito de sus proyectos de vida, ambos reciben beneficios que a futuro se concatenan para bien de otras generaciones.
Se entiende que si el alumno fracasa en el intento, no se puede responsabilizar al mentor, los conocimientos impartidos no cambian, porque son producto del estudio y entregados por el mentor del mentor.
La cadena de sabiduría está perfectamente estructurado de manera natural, desde luego que el mentor habrá de investigar la causa por la cual el conocimiento no ha llegado a su destino.
Es posible que en el momento de impartir su cátedra, el alumno esta conectado en otra línea y su poder de concentración se ha nulificado.
Un mentor no necesariamente va a ser una persona con la que podamos conversar de manera práctica o real, muchas veces se trata de una voz interior que parece hablarnos al oído y que sin sentirlo nos entrega mensajes contundentes.
Ya sea de manera real o práctica, o por medio del pensamiento, en ambos casos lo fundamental es que siempre estemos dispuestos a escuchar.
Nunca debemos olvidar el mensaje de nuestros antepasados que indica que para recibir y entender un conocimiento con exactitud, solo se requiere escuchar y guardar silencio, para que el mensaje llegue justo a donde debe llegar.
Por medio de los mensajes que llegan a nuestro oído es como nos hemos desplazado a través de los años, es tal vez nuestro mentor espiritual quien se ha preocupado todo el tiempo de enviar datos que nos van a servir para la vida diaria.
Es posible que a usted querido lector, le haya sucedido que de manera accidental conoce a determinada persona y sin saber como, de momento se ejerce una afinidad que no se tenía prevista, lo cual no deja de ser maravilloso.
Es posible que su mentor espiritual haya diseñado la manera de hacer que se conozcan por alguna razón especial o necesaria, pues entonces el mejor consejo es dejar que los acontecimientos fluyan libremente.
Cuando el mensaje se complete, lo más seguro es que obtiene un resultado fabuloso que le va a permitir resolver de manera satisfactoria aquello que le quitaba el sueño.
Es importante saber que un mentor en verdad no pide nada a cambio, pues el placer de enseñar es altamente vivificante, creo que no existe mayor satisfacción que el ver a un alumno aplicar los conocimientos adquiridos por el medio que sea y verlo satisfecho.
Lo expuesto en este relato, es parte de una experiencia para normal que experimenté hace algunas décadas y que en su momento haré publica con el permiso de ustedes.