Los
reclamos a todos los niveles sociales por sistema van encaminados a quienes
gobiernan , pero me temo que no es del todo aceptable, existe un problema de
fondo que solemos eludir con suma facilidad.
Es muy
importante tratar de comprender que los problemas sociales no comienzan en los
gobernantes, esos problemas comienzan en el hogar, solo que resulta difícil
aceptar.
En esta
ocasión quiero referirme a la manera en que hemos sido educados en el seno
familiar, donde se permite con mucha facilidad tendencias a la corrupción.
Quiero
entonces comenzar por explicar lo que en el fondo persigue el saber de la
masonería, que muchas veces se desvirtúa por motivos de ignorancia en la
materia, que por su contenido real.
Si un
jefe de familia, es invitado a cursar esos conocimientos de la orden masónica,
no se asuste, no es nada de lo que le dicen quienes han escuchado por allí
conceptos en verdad erróneos.
No se
trata de ser “bueno”, tampoco se trata de “sabio”, se trata de caminar en el
sendero de la verdad y la razón, que se convertirá en un sendero de saber,
conocer, imaginar, y después aplicar en la vida personal para transmitirlo a la
familia.
Lo que
pasa es que alguien debe comenzar, que mejor que sea el jefe de la familia
quien se interese en primera instancia, en descubrir todo aquello que en verdad
nos hará libres.
La
libertad no debe ser un decreto, la libertad no se obtiene en un supermercado,
la libertad primero debemos comprenderla, después aplicarla y finalmente
exigirla.
El
titulo de hombre libre y de buenas costumbres no se instituyó de manera
arbitraria, ha sido un logro que a través de los años han conseguido quienes lo
han buscado.
Entonces,
la exigencia inicial es que el jefe de familia entienda o comprenda y
finalmente acepte, que no es el buen padre de familia que creía ser, tampoco el
mejor hermano, ni el mejor esposo, hasta entonces podemos afirmar que ha subido
el primer peldaño.
La
masonería se comprende por peldaños que se habrán de conquistar uno a uno, pero
cuando ha sido capaz de subir el primero, que se refiere a tener el valor de
pararse frente a un espejo y aceptar sus deficiencias, ese es el gran
principio, el primer objetivo.
No es
fácil desde luego aceptar lo anterior, significa un gran trabajo en cada
reunión, se justifica, ya que cómo podemos pedir a la familia que acepte
determinadas reglas de conducta si no hemos sido capaces de predicar con el
ejemplo.
Entonces,
el camino se inicia en casa, pero es necesario acudir al lugar donde podemos
obtener ese saber que nos indica como seguir ese camino.
Queda
claro que el jefe de familia es quien primero debe comprender lo que ha hecho
bien y lo que no, para después poner en practica lo aprendido.
Cuando
ya el jefe de familia ha superado los obstáculos conocidos como “tabú” en la
sociedad, ahora es tiempo de ponerlos en práctica dentro de la familia y así
subir el primer peldaño a la superación social.
La
familia es la célula social, si la familia está enferma, el país puede morir
sin remedio.