El talento y la buena voluntad solo son
visibles cuando nos despojamos de dinero y alhajas, de títulos y
reconocimientos, y entonces sale a flote el honor, la virtud, el talento y la
buena voluntad.
La mayor parte de la vida vivimos
sumergidos en una oscuridad que es la situación del ignorante, que obedece
automáticamente al impulso que recibe por medio de un directo, que sin
solicitarlo se hace dueño de nuestra vida.
Muchas veces sentimos algo que nos
estorba, como si una cuerda estuviera atada a nuestro cuello que no nos impide
pensar, que es como una esclavitud en que nos mantienen las preocupaciones.
Esa esclavitud nos fue implantada desde
la niñez de nuestra inteligencia, que nos ha obligado a vivir a merced de los
ambiciosos, que han sabido dominar a nuestros progenitores.
Esos ambiciosos, corrompen de la mejor
buena fe nuestra conciencia, todos en la niñez somos como cera blanca a la
buena o mala educación, y eso es lo que impide el aprendizaje adecuado.
Cuando queremos usar libremente nuestra
razón, resulta que nos precipitamos hacia el error como si se tratara de
sumergirse en una piscina sin fondo, donde se pierde la libertad de pensar y
discernir con tranquilidad.
Nuestro espíritu es tratado como si fuera
materia que el artista escoge, con el fin de manifestar su arte, y sin remedio
queda privado de lo único que distingue y sublima al hombre: El derecho de
pensar y discurrir y de creer o no creer.
Ese derecho está fundado en el
conocimiento de causa, y obrar según dicte la razón e inconforme a la astucia o
impulso de nuestros primeros directores.
Quien no piensa o no examina o que jura
en las palabras de otra persona y se abstiene de investigar si lo que se le
enseña o se le ha enseñado es cierto, no es un hombre, es una máquina.
Dudar, dudar siempre, donde hay duda, hay
libertad, dudar de lo que no se comprenda o de lo que no se conozca por
nosotros mismos, este es el primer compromiso en la masonería.
Se le conoce como “duda filosófica” es la
duda que realmente ofrece libertad, esa tan ansiada libertad no se consigue si
alguien nos dice qué debemos hacer o como hacerlo, aceptar eso es entregar
nuestra libertad, es hacernos dependientes de los ambiciosos.
Debemos trazar una línea de distinción
entre los que son capaces de verificación y los que no lo son, y separar con
una barrera inviolable el mundo de los seres fantásticos, del mundo de las
realidades.
Talento y buena voluntad es todo lo que
se necesita si lo que se busca es libertad, pero libertad de pensamiento,
libertad de acción y lo más importante, libertad que permita manifestar las
ideas en su exacta dimensión, esa es la verdadera libertad que debemos buscar
siempre.
Espero que con lo anterior sea más
sencillo comprender, el porqué del título de hombre libre y de buenas
costumbres, así es el verdadero masón.