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sábado, 3 de septiembre de 2011

Masonería con el viento a favor

Cuando el viento sopla a nuestro favor, entendemos que todo está caminando positivamente, tal vez no se perciba en todo su esplendor, pero que importa, si todo lo que emprendemos está a favor nuestro.

El viento, no siempre es benéfico, sobre todo cuando aún estando a favor, por alguna causa nos produce malestar o incomodidad y hasta dolor, sobre todo cuando impide que podamos ver el camino con la claridad deseada.

En el camino encontramos una serie de obstáculos que resulta complicado eludirlos, y en ese momento deseamos que alguien nos ayude, por lo menos tendiendo la mano en señal de amistad.

Claro está que avanzar con la ayuda de alguien, el camino se hace más sencillo, sentir un brazo decidido a otorgar el apoyo necesario en los momentos complicados, es como unas cuantas gotas de agua en el desierto.

Muchas veces el viento obliga a mantener los ojos cerrados por la fuerza que imprime al avanzar, lo cual es similar a caminar con una venda que nos mantiene sin la posibilidad de ver lo que ocurre en el entorno.

Cuando ese viento disminuye su fuerza, regresa la calma, pero, aún así, se requiere de una mano fuerte, una mano amiga que nos conduzca a un lugar seguro y libre de peligros.

El viento, como sinónimo de aire y uno de los cuatro elementos naturales que componen nuestro universo, es necesario para la vida, pero como tal si exagera su función, se va a transformar en un enemigo.

El viento y los obstáculos que se encuentran al caminar, significan la primera edad de la vida, con toda la impotencia contra el error y la astucia de los hombres, de ahí la necesidad de los maestros que nos puedan guiar.

Como en todos los efectos naturales, el viento no es para siempre, mostrará su fuerza y su poder mientras los otros tres elementos lo permitan, pero finalmente llega la calma y se inicia un nuevo ciclo.

Cuando llega la calma, cuando todo vuelve a ser tranquilidad, se razona entonces que todo es cuestión de comprender como funciona la naturaleza, al final regresa la calma.

Todo en la naturaleza funciona así, esa es la verdadera importancia de analizar y comprender nuestro mundo, el viento no va a durar toda la vida, siempre regresa la tranquilidad.

Los cuatro elementos funcionan bajo las mismas reglas, llega el momento en que se alteran por alguna causa y por otra parecida recobran su estado natural.

Es por eso que el ser humano actúa de la misma manera, pues está hecho de los mismos elementos y no tiene porqué conducirse de manera distinta.

Me ha parecido prudente, tomar como ejemplo la forma de comportarse el viento cuando pierde el control, en ese orden de ideas, podemos entender en su exacta dimensión la manera en que nos conducimos los seres humanos, cuando no podemos entender muchas de las cosas que nos ocurren.

Nada es fijo, todo tiene un principio y un final, todo es como el viento, que a veces está a favor y otras en contra, pero nunca se pierde, solo se transforma.