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sábado, 24 de mayo de 2014

Libertad y poder

filosofía,arte,ciencia,cultura
Libertad y poder
Libertad de consciencia, libertad política, libertad religiosa, libertad, libertad y libertad, parece que es el clamor popular en muchas partes del mundo, pero en realidad ¿a que se refiere la humanidad cuando pide libertad?, lo que nunca escucho es que los grupos soliciten puntualmente la libertad como medida agrupadora y lo único que consiguen con sus reclamos es dividir, sin dejar en claro el “móvil” real
o verdadero de su demanda.
Han pedido “libertad de consciencia o tolerancia de los cultos” sin meditar que la libertad religiosa en toda la extensión de la palabra no indica civilización, sino debilidad del poder, equivale a decir que el país profesa una religión determinada, que es la del estado, no se contentará con adorar a Dios y reconocer la insuficiencia del ser humano en su apreciación, sino en la locura de su vanidad, de tal
suerte que se incrementa la discrepancia entre “rojos y verdes, azules y amarillos, buenos y malos y finalmente, todos contra todos”.
El orgullo ciega al que se erige como líder cuyos principios no resultan muy claros, más bien parecieran asuntos políticos o religiosos que buscan confundir a los menos informados y si el creador entregó a cada ser humano determinada inteligencia personal y el libre albedrío, lo único que se pide a un supuesto “líder” es que no altere la paz pública,
que no moleste la creencia o religión de otros, o que subleve los sentimientos humanos con sacrificios horribles, u ofenda las buenas costumbres de una comunidad.
La libertad de consciencia o la tolerancia de los cultos debe ser una bandera que todo ser humano tiene derecho a enarbolar conforme a su libre albedrío, por lo tanto, cuando alguien trata de hacer cambiar mis convicciones políticas y religiosas siempre contesto: “tolerancia, si, tolerancia con mis creencias, tolerancia no indica civilización, más bien significa debilidad de poder, puesto que si alguien trata de hacerme cambiar de afinidades políticas o religiosas, solo consigue que cierre las puertas de mi entendimiento a cualquier mensaje recibido”.
La intolerancia consigue dividir a la sociedad, actualmente se aprecian noticias de distintos países donde esa falta de “tolerancia” nos muestra una serie de disturbios entre ciudadanos y autoridades, de manera que la razón de ser de las autoridades, cuyo único “trabajo” implica proporcionar seguridad, salud y educación al ciudadano, en la medida que incumpla con sus tareas fundamentales, la división social se presenta como un “cáncer” difícil de erradicar, y que por desgracia solo con tolerancia se puede aplicar una terapia eficiente.
Con la religión de estado sucede lo mismo, se extravía la más clara inteligencia y se pierde el instinto socia: La justicia, pues los que se dicen religiosos terminan por incrementar el descontento particular y general causado por la diferencia de pensamiento y la variedad de “verdades” que cada persona trata de imponer mediante su leal poder y entender que transmite sin consideración alguna las ideas que considera son divinas o simplemente apegadas los usos y costumbres del lugar en que se pretende implantar.
La libertad y el poder religioso, la libertad y el poder político, mucho se parecen a la idea de mezclar el agua y el aceite, porque no puede consolidarse sin la degradación, en este momento recuerdo a Moisés
que al no atreverse a decir la verdad al pueblo de Israel y en querer civilizar con la obediencia pasiva; aunque oriundo de los esclavos de Egipto, se enlazó con la casta sacerdotal, legisladora y guerrera e iniciado en todos los misterios, batalló por libertar a sus hermanos hasta que lo consiguió en su vejez, buscando con ellos una tierra donde escapar del influjo de sus inteligentes dominadores y fundar su pueblo.

Libertad y poder quisiera que fueran sinónimos que se encargaran de proporcionar justicia a todos los pueblos del mundo, creo que con ello conseguiríamos lo mínimo necesario que nos proporcione felicidad, sin embargo, considero que no estamos lejos de conseguir algo parecido, tal vez si perfeccionamos la educación pública investigando el origen del sentimiento religioso y definiendo las nociones
que tenemos de la divinidad y que sus leyes no ofendan la justicia y se coloquen a la altura del progreso de estos tiempos y que nunca más la sociedad resulte dividida aunque los grupos humanos ostenten distintos colores y distinto poder, entonces, solo entonces encontraremos la verdadera libertad.

viernes, 28 de febrero de 2014

Feudalismo siglo XXI

filosofía,arte,ciencia,cultura

El principio feudal de la edad media, dejó de ser territorial y se convirtió en personal, el feudo era una especie de contrato entre “el señor y sus vasallos”, actualmente, pareciera que el feudalismo se transforma en una relación entre gobernantes y gobernados, hoy, el gobierno se lo atribuye todo y todo lo ve, todo lo examina, todo lo prevé y con el tremendo enjambre de empleados en sus diferentes jerarquías, parece no considerar al ciudadano capaz de conocer sus intereses ni de cuidar por sí mismo, los principios básicos del feudalismo giran de la misma manera, quienes ascienden al poder por medio de los partidos políticos, se transforman en señores feudales
del siglo XXI.
En la edad media, el feudo era un contrato entre el señor y sus vasallos, un feudo era una propiedad, normalmente de tierras, ganadas a cambio de un servicio militar. Los principios básicos del feudalismo giran en torno al señor feudal y sus vasallos, ellos juran lealtad al señor que obtiene el feudo y él, tiene la última palabra sobre todas las cosas, el vasallo está obligado al aporte financiero, a cambio, el señor está obligado a respetar y proteger al vasallo, se comprende entonces que el orden feudal reposa en el principio de la desigualdad de clases y al parecer las cosas no han cambiado mucho pues, actualmente, mientras la nobleza, entiéndase como aparato de
gobierno, posee privilegios, no tienen más deberes que aquellos a los que se ha sometido libremente. 
Lo más terrible son las atrocidades que cometen cuando pretenden corregir los delitos, tal vez las medidas resulten más crueles que la esclavitud, no recapacitan que el origen del problema es la educación, pero como la educación la dirige el gobierno, pareciera que somos niños en la escuela y niños en el estado viviendo una vida automática o dependiente, de tal suerte que la nulidad a que nos reducen, resulta
una utopía la batalla por la libertad, la facultad del pensamiento por la que nos conocemos y distinguimos los seres humanos, del resto de las especies vivas se reduce a su mínima expresión, convirtiéndonos en máquinas que obedecen al impulso que reciben.
Declaramos que tenemos inteligencia, esa facultad de recibir las impresiones de los sentidos, comprendemos y combinamos los actos que satisfacen nuestras necesidades, en cambio, en la edad media, los colonos libres y los siervos carecían de casi todos los derechos, además
de estar obligados a innumerables cargas tributarias, un trato como el que damos hoy en día a los animales superiores como el perro, caballo, elefante y aún el mono que poseen inteligencia en el grado del niño antes que principie a hablar, solo faltaría obligarlos a pagar un tributo.
El poder de elevarse de lo concreto a lo abstracto, comprender la naturaleza de las cosas, someterse a la causa que las produce, estudiarse a sí mismo contemplando lo creado es la razón que nos hace distintos, y esa razón a la que me refiero es el patrimonio de los seres
humanos, que gracias a esa cualidad es que se puede ver lo real y lo ideal, es decir, el hecho en sí y la causa que lo produce, entonces, gracias a esa facultad conocida como razón y evolucionada en este tiempo es que no quedamos atrapados como en la edad media, cuando los principios de uno y otro derecho se confundían en la persona del señor y por eso suele decirse que, durante el período feudal, no existía organización estatal en sentido estricto.
Por fortuna en este siglo ya podemos definir cada una de nuestras facultades de manera científica, comprendemos lo que es la
inteligencia y el actuar con rectitud y valor, como si por arte de magia desapareciera una especie de interferencia en la vista, la claridad de las imágenes invita a conducirnos con la prudencia necesaria en cada uno de los problemas a resolver de la vida ordinaria, resulta entonces que ya podemos pensar en la filantropía que tanto requieren las personas de nuestro entorno.
Sin embargo, sigue pendiente el problema del feudalismo, como si se tratara de una enfermedad, se diseñan textos sobre leyes y reglamentos que coinciden siempre en la búsqueda del bien común y sin embargo siempre resulta contradictorio, recordemos que en la edad media, el señor feudal era el encargado de dar seguridad al vasallo, como parte de su propiedad, el gobernante actual pareciera un
señor feudal con muchos vasallos que durante considerable tiempo vivieron “felices” unos y otros pero, llegó el día en que el señor feudal moderno perdió la brújula y se puso un traje de “salvador” que no le sienta nada bien.
Existe un descontento a nivel mundial porque los señores feudales de este siglo se colocan muy lejos de sus vasallos, impunemente se “otorgan” sumas millonarias como salario y el principio de igualdad se
pierde en el laberinto de la ambición, ejercitando de manera aristocrática la información de “sus” ambiciones pequeñas y grandes, olvidando por sistema a sus vasallos, que de acuerdo a los postulados de la “democracia” se supone que los vasallos eligen a esos señores feudales que en el “sistema” pierden la filosofía del bien común.

Quizás una reflexión de 60 segundos sea suficiente, y podamos descubrir que los señores feudales del siglo XXI en realidad son empleados de los vasallos modernos y que su trabajo será evaluado cada vez o tantas veces como sea necesario, con un manejo de “contratación” acorde a resultados y rendición de cuentas como principio de evolución real de los seres humanos del siglo XXI, que finalmente encontrarán la tan deseada felicidad.