jueves, 28 de julio de 2011

Libertad y buenas costumbres


Por: Julio Torres.

Al principio de este milenio se dijo que sería el milenio de la información y creo que no se equivocaron, hoy día la versatilidad que entrega el Internet resulta impresionante.

Creo que en la actualidad la libertad de pensamiento por fortuna está libre de mecanismos que antaño eran utilizados por métodos de un dictador que ocasionaban disturbios sociales no controlados a veces.

Es posible que argumentando que se atentaba contra las buenas costumbres, los métodos de un dictador surtieran el efecto deseado y nadie se atrevía a cuestionar los mandatos.

Pero la combinación de la libertad y las buenas costumbres solo se podían entender en los medios aristocráticos, pues solo ellos tenían acceso a la educación académica.

Durante muchos siglos, grandes pensadores debieron intentar que todos los hombres tuvieran el mismo valor ante la sociedad aunque solo fuera una utopía.

También la masonería se preocupó por este asunto, pues su filosofía establece que todos somos iguales, que nada importan títulos de nobleza o académicos ni el nivel económico.

Tampoco importa cual sea su creencia, lo único que se pide es creer en un creador de todo cuanto existe en el universo, de otra forma no se le puede abrir la puerta.

Es por eso que al presentar a un aspirante al ingreso en una logia, se dice que se trata de un hombre libre y de buenas costumbres, que con esos atributos es posible que sí pueda avanzar en los estudios sobre todo de sí mismo.

La libertad de que hablamos va más allá de lo imaginado porque esa libertad es muy necesaria para entender lo que la masonería tiene reservado para todos sus agremiados.

Solo con una libertad a toda prueba se puede comprender el objetivo principal del secreto masónico, pues, sin esa libertad verdadera nada se puede conseguir y entonces no se encontrará la herramienta adecuada para dominar las pasiones.

En el renglón de las buenas costumbres está el secreto para entender el mensaje que la masonería nos tiene preparado ya que sin buenas costumbres se puede comparar con la siembra en una tierra no adecuada, el fruto nunca aparecerá.

La razón es simple, carecer de buenas costumbres nos coloca en desventaja con el resto del grupo, como si habláramos otro idioma, y en realidad se hace necesario que todos tratemos de hablar en el mismo lenguaje para que los mensajes cumplan con su cometido.

Comentaré el caso de muchos que al ingresar cambian, se transforman y no me refiero a que eso sea un acto de magia, lo que pasa es que sus familiares y amigos perciben un cambio que desde luego no pueden explicar, pero el cambio es real.

Tampoco de manera personal entendemos el cambio, pero le puedo asegurar que ese cambio es una realidad, como si ahora el mundo fuera cambiando paulatinamente frente a nuestros ojos.

Lo que antes era un tanto difícil, hoy lo vemos con naturalidad, como algo que tiene que suceder y va formando parte de nuestro entorno y de nuestra vida cotidiana.

De estos conceptos y muchos más se compone la disciplina de la masonería que solo pretende formar mejores ciudadanos, mejores hijos, mejores padres, mejores esposos, para que la célula social que es la familia se mantenga limpia, pura y sin mancha.

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