sábado, 30 de julio de 2011

Vigencia de una leyenda


Por: Julio Torres.

Una leyenda, como todas las cosas que al ser humanos conciernen, también tiene vigencia, y ella depende en gran medida de la cantidad de conocimientos que pretende comunicar.

La experiencia de la orden establece que por medio de leyendas resulta sencillo y pedagógico transmitir todo tipo de conocimientos para que el masón entienda lo que la masonería pretende comunicar.

Pero, ¿cuando debe terminar una leyenda? Cuando la respuesta sea correctamente proporcional al avance que cada miembro de la orden muestre en su recorrido.

En la masonería, desde el principio de la carrera, se utiliza la leyenda de la edificación del templo de Salomón que se utiliza para explicar la estructura establecida de la jerarquía desde hace muchos milenios.

El templo presenta una distribución muy especial donde adquiere gran importancia el asunto de los cuatro puntos cardinales, siendo el más importante el oriente donde se coloca el jefe de la logia con el título de maestro primero entre sus iguales.

Secretario y orador, son dos dignatarios que le acompañan en ese recinto conocido como oriente o lugar de la luz, a la izquierda, el secretario, quien se encarga de registrar cada uno de los asuntos que ocurran durante la reunión.

Orador es el título de quien ocupa un trono a la derecha, vigila que los trabajos se desarrollen conforme a los antiguos usos y costumbres y a lo que marca la ley, para que todo cuanto en logia suceda, se conduzca dentro de la legalidad.

En el centro del templo se coloca lo que será el sitio más relevante, es el lugar donde se encuentran los símbolos intangibles que la masonería utiliza como piedra angular de todo cuanto se aprenderá del primero al último grado.

El resto de los lugares que ocupan dignatarios y oficiales de la logia, solo estando dentro de trabajos regulares constituyen una importancia que se entiende por lo delicado de su función.

Más importante es la decoración que el templo tiene contemplado, a los lados en la parte rectangular destacan doce columnas que en su capitel se aprecia un signo del zodiaco.

No debemos olvidar que primero se descubrió la forma de la bóveda celeste cuando se pudo apreciar que las estrellas y planetas nunca cambiaron de lugar en la observación de nuestros antepasados.

Doce son entonces las columnas que sostienen el techo del templo y muestran en su capitel uno de los signos que nos enseñaron nuestros antepasados, desde Aries hasta Piscis.

En la techumbre del templo se dibuja la forma que guarda la bóveda celeste que podemos ver en esta parte del planeta, los hermanos del sur tienen otra perspectiva.

Al poniente del templo se levantan dos columnas independientes de la estructura que simbolizan a las columnas que se edificaron en el pórtico del templo y que son motivo de estudio profundo por la enseñanza que nos entregan.

Cuando usted, querido lector, tenga la oportunidad de conocer un templo masón, le invito a que lo revise en cada rincón, en cada alegoría y lo prometo que no se arrepentirá.

Aquí comienza pues la leyenda del templo de Salomón, que nos acompañará los siguientes años después de ingresar a la orden, pero deberá estar muy alerta para cuando termina la vigencia de esta leyenda.

No importa si al principio resulta tedioso o increíble el estudio de esta leyenda, espere a llegar al final del camino y verá que es más importante de lo que se imagina.

Por lo pronto, dejamos pendiente el momento en que termina la leyenda, a su debido tiempo llegaremos a contemplar ese final de esta maravillosa leyenda.

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