martes, 1 de febrero de 2011

Masonería y libertad religiosa

Por: Julio Torres

Muchos son los esfuerzos que han hecho personas de todos los niveles para que se establezca en todas partes la libertad religiosa, de hecho en mi país se logró hace algunos años adecuar el artículo 130 para lograrlo.

Uno de los objetivos es lograr que la religión no esté en contubernio con la política, reconociendo que todo hombre tiene derecho de adorar a Dios de la manera que más le agrade, siempre que no perturbe la paz pública.

No debemos adivinar los atributos del creador, solo podemos darle los que pertenecen al hombre, de otro modo haríamos de él un ser vivo, inteligente y libre.

Lo anterior implica división de lo que es indivisible, a fuerza de deducciones, este personaje desaparecerá,  y se volverá una abstracción, simple, inmutable o infinito.

Pero es capaz de cambio de preferencias y pasiones, que lanza rayos a los unos y prodiga bendiciones a los otros, es lo que ocurría en los siglos de ignorancia.

De ninguna manera debemos forjar un Dios a nuestra fantasía, el masón cree en el gran arquitecto del universo,  y sigue la inspiración de su conciencia.

Es a la conciencia del hombre a quien se revela el gran arquitecto del universo y a nadie más, es a la que dicta los principios de la moral y de la virtud sin necesidad de mediadores.

Por eso afirmamos que, ningún hombre vivo, puede conocer a Dios, solo por el pensamiento es capaz de lograrlo, creer en un Dios que habla, se irrita, come y bebe, solo es ignorancia.

Establecer una adoración o culto universales es un principio espantoso para el linaje humano, el orgullo vuelve ciego al que se erige ministro de un dios con esencia desconocida.

Solo la astucia  del que habla a los feligreses, puede sostener que a él o a sus predecesores se le ha revelado, la religión que se impone, no es religión, es política.

Si el creador dio a cada ser humano una inteligencia personal y el libre albedrío, y si conforme al desarrollo de esa inteligencia le comprende de diversa manera, cada uno es dueño de adorarle del modo que juzgue adecuado.

Es claro que debemos afirmar, que es derecho inalienable e imprescindible de todo ser humano adorar al altísimo de acuerdo como lo dicte su conciencia.

La masonería proclama: la libertad de conciencia o la tolerancia de los cultos, traduciendo esto como la libertad religiosa en toda la extensión de la palabra.

Tolerancia de cultos no indica la civilización, sino la debilidad del poder, equivale a decir que el país profesa una religión determinada, que es la del estado.

No será suficiente con solo adorar a Dios y reconocer la insuficiencia del hombre para apreciarle, en la locura de su vanidad, bautiza a la que profesa como la única verdadera.

De ahí la importancia de otorgar la libertad religiosa en todos los pueblos.

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