Por: Julio Torres
Neófito se denomina a una persona que ha sido bautizada o convertida a una religión que no es la suya, o simplemente a quien ha sido admitido a una causa o agrupación.
En la masonería también se le denomina neófito a quien recién ingresa a la orden, porque se le considera “renovado” y esa palabra deriva de dos palabras griegas que significan “acabado de nacer”
Como lo he dicho en muchos escritos, en masonería todo es alegórico y todo es simbólico, es posible que ambos conceptos signifiquen lo mismo o que simplemente se califiquen como sinónimos.
Lo que sucede es que: alegoría significa símbolo, figura, imagen, signo, emblema, representación y atributo, en tanto que símbolo se traduce como alegoría, emblema, efigie, representación, signo, atributo, figura e imagen.
El neófito es cuestionado desde el principio sobre los deberes que tiene para con Dios, ya que es fundamental que el neófito crea en un Dios, como lo estipula el manifiesto de Lausana.
Posteriormente se le cuestiona sobre los deberes que tiene para con sus semejantes y hacia a sí mismo, lo cual no es poca cosa, lo que importa es que el neófito acepte que el primer compromiso será conocerse a sí mismo.
Como se le ha dicho que entre los masones, nada importan los títulos académicos y mucho menos los nobiliarios, tampoco importan los metales y alhajas.
Es comprensible, que el neófito acude a la puerta de la masonería, cargado de vicios y pasiones, que le han sido heredados por sus antecesores, voluntaria o involuntariamente.
Los errores y las preocupaciones que mantienen controlados a todos, por medio de los astutos que manejan a la perfección, con lo que se hacen dueños de “vidas y haciendas”
Condición para ser aceptado, se le pide al neófito, que sea hombre libre y de buenas costumbres, pues solo los hombres libres pueden distinguir entre la verdad y la ficción.
Si el neófito se encuentra sujeto a determinada creencia o se encuentra en estado de fanatismo a cualquiera de sus creencias, va a ser muy difícil que pueda distinguir la verdad del error.
Lo anterior es muy importante, porque para el masón nada valen las riquezas comparadas con el honor, no olvidar que los metales y vestimenta engalanan los vicios.
Para simbolizar la ignorancia que tanto perjudica la felicidad de los hombres, y que los reduce a condición de animales de carga, que aceptan que para eso han nacido.
El neófito puede confundirse con el ignorante, que no es solo instrumento del que lo explota, sino que vive esclavo de sus pasiones, por eso debe estudiar los elementos: tierra, agua aire y fuego, cuadro fundamental de nuestro mundo.
Salir del error y encontrar la verdad, es lo que se encuentra en consonancia con la naturaleza de las cosas, satisface la razón, adhiere la voluntad y arrastra la conciencia.
Solo podrán liberarse del error los que conocen bien al hombre y a los demás seres creados, por eso los masones no viven a merced de los astutos y los ambiciosos.
Así pues, esto es lo que podríamos llamar: “el primer paso en la masonería para el neófito” y si es capaz de comprender, analizar y practicar, pronto se sentirá en verdad libre.
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