A través de los tiempos mucha gente se ha
dedicado al arte de gobernar, pero se ha dedicado muy poco a investigar que es
lo que en realidad quiere el pueblo o que es lo que en realidad necesita,
pareciera que ese mal se padece a nivel internacional.
A diario se publican proyectos y decretos
que sus autores aseguran que los han estado “trabajando” en la búsqueda del
bien colectivo, sin embargo, por lo menos a mí, nadie nunca me ha preguntado si
estoy de acuerdo o por lo menos que pienso de tal o cual proyecto.
Por sistema vemos publicado en los medios
masivos que “el pueblo quiere:…” pero no sabemos en realidad si es verídico que
el pueblo quiera, más bien lo que parece es que “el político quiere” y
entonces, dicho político se encuentra solo con su idea.
En principio, los buenos oficios de
quienes se encargan de la política, no dudo que sea del todo altruista, el
conflicto se presenta cuando su mundo les absorbe a tal grado, que se olvidan
que son actores sociales, que deben representar su papel con la entrega
suficiente que permita recibir aplausos del público que es el pueblo.
Dentro de los estudios masónicos se
siembra en la mente de quienes acuden a los trabajos, la duda en lo que se cree
sin examinarlo, se recomienda siempre admitir solo lo que esté aprobado, o sea,
conforme a la naturaleza de las cosas que satisfagan la razón y adhiera las
voluntades.
De no hacerlo así, se vive a merced de la
ignorancia y la superstición de todos los errores que confunden, cuando apenas
se comprende la existencia propia, pero tenemos la razón que nos permite
conocer la verdad y distinguirla del error.
También tenemos el libre albedrío y
elegimos con fundamento, de manera que proceder conforme a lo apuntado nos
permite mostrar carácter, que impide volvernos una máquina a disposición de
astutos y ambiciosos.
Muchas veces nos educan personas que
conspiran o destruyen el sentimiento y dignidad que pondera nuestra pequeñez y
nuestra debilidad, que nos arroja en brazos de quien se propone explotarnos
mediante un abanico de sistemas.
Se dictan leyes que pretenden controlar
lo que el principio de libertad ya tiene establecido, y quienes dictan esas
leyes no toman en cuenta que poseemos eso que se conoce como libre albedrío.
No es dictando leyes de control lo que se
requiere en la sociedad, es diseñando leyes que simplifiquen los procedimientos
necesarios que producirán riqueza, eso es lo único que quienes manejan la
política deben pensar, de ninguna manera controlar.
La riqueza es lo que soluciona las
necesidades de un pueblo, no los controles, generar riqueza solo necesita el
trabajo, no el control del trabajo, cada ser humano sabe como generar riqueza
dentro de los límites del poder y el derecho, el gobernante solo debe vigilar
que se cumpla ese derecho.
Cuando el derecho se transgrede, el poder
judicial entra en acción y no antes, cierto que se requieren campañas
preventivas, pero solo eso, preventivas, muchas veces el ciudadano se queda
esperando por años que se apruebe una ley que parece favorable a todos, y no
ocurre.
Por lo menos debe aprobarse y ponerla en
práctica y si no funciona, hacerla perfectible o derogarla en su caso, no hay
peor cosa que no hacer las cosas, no hay peor fracaso que el no intentar las
cosas.
Es por eso que me atrevo a escribir esto,
señores gobernantes, pongan en práctica lo que deliberen, pidan opinión, y si
después de poner en práctica una ley, ésta no funciona, pues suprimir es
operativo y ya, perjudica más no hacer nada que equivocarse, solo les pido, que
piensen un poquito más en el pueblo y menos en sus intereses.