Tres palabras fundamentales con la que se
ha tratado de sintetizar la forma de ser de un niño o la forma de manifestar su
alegría en la vida, fuerza, belleza y candor, tal vez este sea el mejor orden
que nos permite describir la estructura interna y externa de un bebe desde que
nace, dicho de otra manera, afirmo que no existe bebes feos, todos son
hermosos.
La fortaleza de un bebe no se mide por su
fuerza física, se mide por la fortaleza que adquieren la madre y el padre, sus
progenitores, pues sin la llegada de ese bebe, nada hubiera sucedido, ahora
padre y madre son más fuertes, ahora se encuentran dispuestos a enfrentar los
obstáculos que antes parecían infranqueables, ahora el panorama futuro se
presenta como un arcoíris de brillante colorido, ahora se abre la puerta
majestuosa de la vida.
La belleza adquiere otra dimensión,
desconocida hasta el día en que aparece un nuevo ser, el concepto belleza se
mide por los colores azul o rosa, designados en la etiqueta de niño o niña,
hombre o mujer, pues la arquitectura anatómica muestra con lujo de detalles la
diferencia entre uno y otro género, en este momento la imaginación de los
recuerdos me impide encontrar diferencias fáciles de describir pues cada uno de
mis hijos dejó escrita de manera indeleble esa diferencia que simplemente
encuentro maravillosa.
El candor solo se puede apreciar en la
actitud de cada momento durante el paso de los días, ninguno es igual, solo se
parecen, como si cada uno fuera distinto, como si cada día alguien dibujara una
nueva actitud, una nueva señal, una nueva palabra que sin ser palabra
interpretamos como tal y que al acumular sonidos y actitudes, sin percibirlo
ejercemos una comunicación nunca antes experimentada, creo que a eso se refiere
el candor.
Personalmente describo las palabras
fuerza, belleza y candor, como el resorte necesario y fundamental que ayuda en
la intención de hacer bien las cosas, la fuerza me permite resistir los golpes
intempestivos que la naturaleza tiene preparados desde siempre con figura de
obstáculos insuperables, fuerza que descubre la ayuda necesaria en cada caso,
como si se tratara de un refugio seguro cuando el viento sopla al parecer sin
control, esa fuerza se convierte en herramienta única y justa que permite
resolver el conflicto.
La belleza la interpreto como la actitud
que asumimos ante los conflictos ya que si los enfrentamos con belleza de carácter, con belleza de
actitud, con belleza de decisión, no existirá obstáculo alguno que se resista a
sucumbir con su propia debilidad, cierto es que ante una situación caótica,
debemos crear otra del mismo material con el fin de derruirla con inteligencia
y valor.
El candor es quizás el recurso más
enigmático que la naturaleza nos ha entregado, el candor tiene que ver con la
manera de enfrentar las cosas y la muestra palpable surge en el niño desde el
momento que nace, pues él no ha sido enajenado con vicios, pasiones o
fanatismos, ha llegado puro limpio y sin mancha, así es como lo recibimos, que
importante sería que así lo conserváramos por el resto de su existencia.
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