Nacer es sencillamente el más maravilloso
de los fenómenos de la naturaleza, antes no era nada y hoy descubro que soy
alguien, maquina viviente o simplemente un aparato que es capaz de sentir,
hacer, transformar y hasta destruir, fraternalmente le invito a imaginar el
momento sublime que significa llegar a este mundo sin más equipaje que el
pensamiento y la curiosidad.
Me agrada utilizar la palabra fraternidad
como punto de apoyo en la solución de cuanto problema se presenta en el andar
en este mundo conocido como vida, cuando de alguna manera me expulsaron de ese
mundo maravilloso que es el vientre materno, donde nada me hacía falta, nunca
sentí hambre o sueño, ni frío ni calor, ni ruido ni silencio, pero tampoco
abría los ojos, no era necesario, pero, un día me dijeron que el tiempo había
llegado, debía desocupar el recinto que me prestaron durante nueve meses, tiempo
más tiempo menos.
Me convenzo que debo salir
inmediatamente, comprendo que mi estado de confort ha terminado, desconozco lo
que sigue, supongo que estoy listo a enfrentar las batallas que el destino me
tiene preparadas, debo conocer a muchas personas como yo, de momento todo me
resulta extraño, siento algo que molesta, parece un dolor que no es dolor,
sensación molesta, trato de manifestar mi necesidad y no sé cómo hacerlo, hasta
que logro emitir ruidos un tanto desagradables y de inmediato solucionan mi
problema, colocan frente a mi algo que entiendo resolverá la situación y lo que
me parecía dolor disminuye casi de inmediato.
Aprendí entonces que cada vez que perciba
ese dolor que no es dolor, simplemente emitiré los ruidos estridentes y me
obsequiarán lo necesario que permitirá nuevamente un estado de confort,
pero después de un tiempo razonable surge un problema distinto, algo ocurre en el otro extremo que produce cierto efecto poco agradable alterando ese estado confortable que también es resuelto con maestría, instantes después se renueva el dolor que no es dolor y la historia se repite.
pero después de un tiempo razonable surge un problema distinto, algo ocurre en el otro extremo que produce cierto efecto poco agradable alterando ese estado confortable que también es resuelto con maestría, instantes después se renueva el dolor que no es dolor y la historia se repite.
No recuerdo que fue lo primero que
percibí, creo que mis manos sintieron algo de inmediato, luego, escuché ruidos
y sonidos totalmente desconocidos y cuando sentí el dolor que no es dolor
percibí un sabor agradable y pronto un olor desagradable, como si esas
percepciones formaran parte de un todo, es decir, percepciones concatenadas que
culminaron cuando pude ver una serie de imágenes, todas ellas maravillosas y
desde luego desconocidas, pero aquí estaba yo, disfrutando de esto que llaman
vida y que mucho tiempo estuve deseando conocer y hoy es una realidad.
Cuando inicié el relato anterior imaginé
comparativamente el día que adquirí la máquina en la que estoy escribiendo,
cuando la conecté a la corriente, mostró una especie de vida con sus hardware:
el teclado, la pantalla, el mouse, el sonido y toda la gama operativa, con
tanto parecido a la llegada de un nuevo ser que viene con su sistema operativo
y los hardware: tacto, oído, gusto, olfato y vista, desde luego que me disculpo
al hacer este comparativo tan “burdo” pero es la manera sencilla de describir la
llegada de una nueva vida, lo que me indica que nada nuevo existe fuera de lo
que es el ser humano, la criatura más hermosa de la creación y que nada
justifica su destrucción por cualquiera de los métodos conocidos.
Nacer, crecer, aprender, vivir,
disfrutar, reír y hasta llorar, todo en esta vida es satisfactorio si se
aprecia como regalo divino, dicho regalo se disfruta mejor cuando se practica
la fraternidad3-9.
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